domingo, 5 de julio de 2009

Tres cortas y punzocortantes

1.- La casi excarcelación del ex ministro aprista, Rómulo León generó tal rechazo en la prensa y la opinión pública que, caballero nomás, hubo que frenar su paso al arresto domiciliario. Y aunque los dardos apuntaron a una posible ingerencia del Ejecutivo, lo cierto es que el tema tiene un ángulo ignorado pero igual de lamentable: la inoperancia del poder judicial para resolver los casos sino con celeridad al menos a un ritmo constante. En el país el número de presos que aún esperan sentencia (por meses, por años) es incierto pero se calcula una cifra de, cuando menos, cuatro dígitos. En mayo del presente año se anunció un eventual censo para intentar resolver el problema. Hasta ahora, nada. Mientras tanto el papá de la bellísima Luciana (lo siento, tenía que decirlo) se ha declarado en huelga de hambre por tanto jugueteo con su destino. Pobre.

2.- Ahora resulta que los dirigentes que negociaron con el Gobierno una posible molificación al nuevo Código de Tránsito eran poco menos que de balde. Es por ello que se ha convocado a un nuevo paro de transportistas que promete durar más que un viaje en la línea 73. La petición es la misma: bájame el castigo, hermanito. Lo dicho en un post anterior sobre el tema también se mantiene: con multas exorbitantes o no, a nadie se le sanciona por manejar bien.


3.- El asesinato de la cantante Alicia Delgado y su masiva cobertura en los medios pone en evidencia algunas cosas:
Celos, muerte y celebridades siguen formando un cocktail infalible para despertar nuestro -morboso- interés.
El rótulo de celebridad no es gratuito. Miles de admiradores despidieron a Delgado en su funeral. La asistencia promedio a un concierto de artistas folclóricos similares a ella es de cincuenta mil personas, casi todos inmigrantes provincianos y gente de escasos recursos.
Si son tantos ¿Por qué entonces siguen siendo tan ignorados económica y socialmente? Pareciera que en el Perú solo se les presta atención cuando hay muertos de por medio.
Fácil mi razonamiento no pasa una clase de lógica en academia pre-universitaria. Pero no deja de ser cierto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo una pequeña objeción sobre la celeridad que se le exige al Poder Judicial... Es ciero que demoran bastante en terminar los procesos y obtener sentencia firme y final; pero el tema no pasa por un resolver tarde, sino que se apura tanto a nuestros Magistrados que, por terminar pronto, resuleven cualquier cosa. Entonces después vienen las interminables revisiones que hacen tan extensos los procesos.
Pero, mientras se siga exigiendo celeridad en cuantificadas sentencias y no en cualificadas este será un círculo vicioso intermnable.