miércoles, 30 de septiembre de 2009

Fragmentos de una vida adulterada por la adultez

Párrafos sueltos de una historia que escribi hace dos años. El inminente cierre de un ciclo me anima a postearlos.

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Hasta esa noche, la esquina no era más que un vértice anónimo, desprovisto de historias y atribulaciones. Tantos universitarios buscando un refugio para las noches de sábado, cientos que poblaban las calles de Santa Isabel y ninguno la había tenido en cuenta como cubil para emborracharse de manera digna y solapada. El hallazgo, entonces, era exclusivo de Los Pistones y, siendo más específicos, de Sergio que, botella en mano, guiaba a una tropa de cinco solitarios, cada quien en su propio y peculiar universo, rumbo a otro jueves sagrado. Desterrados voluntariamente de los bares aledaños, donde la música estaba siempre tan alta como para no oírla ni oírse, Los Pistones solían ir de jueves en jueves, de un lugar a otro para beberse un Ron, conversado entre cigarros. Errantes hasta ese entonces, una vez que acomodaron su fundillos gastados en esa porción de concreto virgen no cambiaron de lugar, al menos no para sus tácitas celebraciones a corazón abierto. La ubicación era perfecta, justo a mitad de un callejón oscuro a espaldas del Hotel Angolo, lo suficientemente oculta como para que lleguen ahí sólo los que debían llegar y convenientemente cerca para ver al resto de universitarios saliendo de sus casas y pensiones, comprando cerveza en el grifo o tomando un taxi rumbo a otra parte de la ciudad. Cuando Martín dijo que la esquina era como ellos pues se ausentaba del resto para seguir mirando el mundo nadie le hizo caso, siguiendo la regla tácita de hablar de asuntos importantes sólo mediante el lenguaje de la ironía o la broma cruel. Pero era verdad, a partir de esa noche, aquel rincón se convirtió en guarida de cinco tristes tipos que, sin el hallazgo de ésta, se hubieran condenado a deambular, cada jueves de su breve historia, en pos de un sitio reposado donde agitar sus pensamientos.
- ¿está bien acá?
- Sí, prepara el Ron de una vez

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Para Los Pistones embriagarse no era sólo cuestión de injerir alcohol hasta perder el equilibrio, era un proceso más complejo que empezaba desde la colecta para comprar el Ron -el mejor sondeo para determinar la situación económica y anímica de cada uno, pues era usual que el melancólico de la noche coloque más monedas en el pozo común – el ritmo con el que tomaban dependía también de los ánimos y tribulaciones de cada jueves, en algunas ocasiones la jarra demoraba horas en vaciarse mientras que en otras acababan por mezclar el Ron y la gaseosa directo en sus bocas ante la indignación de Sergio y su concepción casi religiosa de la preparación del trago perfecto, aunque al final hiciera lo mismo entre risas atragantadas. Para Los Pistones emborracharse podía ser un medio para ser felices o un fin en su propia nostalgia, lo cierto es que rara vez bebían sin hablar, cada vaso estaba acompañado de confesiones, miedos y risas lo que no quitaba que, de cuando en cuando, alguno se quedase pegado con la mirada divagante en el horizonte mientras las rondas de alcohol seguían pasando de mano en mano, de historia en corazón. Para Los Pistones tomar en aquella esquina que habían hecho suya era lo más parecido a una terapia sin veredictos ni recetas. El Ron, por otra parte no era su bebida oficial por mera coincidencia. A diferencia de otros licores, aquel trago con pasaporte caribeño era aún considerado por muchos como una bebida inferior, satanizada al comienzo, denigrada luego y destinada por años a canteras donde el vino era muy respingado para entrar. Entre los alumnos de la Facultad tomar Ron era un acto menor, reservado sólo para casos de emergencia cuando el dinero no diese abasto para la cerveza o el whisky. Para ellos, no obstante, resultaba un miembro más de su cofradía de perdedores incomprendidos; el Ron, sin duda alguna, tenía un destino bastante similar al de Los Pistones, el de la minoría relegada que observaba entre trágica y burlona como eran otros los que se llevaban los laureles inmerecidos que ellos, por su propia desidia, ni siquiera llegaba a aspirar o beber.


domingo, 27 de septiembre de 2009

De una música, eterna locura: Breve charla con Daniel F

Si algo puede definir a Daniel F es una constante huída de las definiciones ajenas y de toda etiqueta que no sea la de la propia convicción, incluso cuando ésta resulta asesina del mito creado en torno a su extensa carrera. Es así que, cuando muchos proclamaban a Leusemia como estandarte del punk rebelde y contestatario, giró el sonido de la banda hacia terrenos más complejos a la vez que oficializaba su carrera como solista con discos de música triste y letras sacadas de un mundo propio y enigmático que, sin embargo, miles de seguidores siguen sintiendo como propio.
Y aunque he apreciado varias veces la entrega, el talento y el magnetismo con el público que entabla el F desde un escenario -ya sea liderando a Leusemia o en la intimidad de una guitarra acústica como toda compañía- la imagen que más recuerdo es aquella de Daniel -el rebelde, el ícono, el poeta- sentado en un parque miraflorino al lado de su novia, tomados de la mano y con un gesto de ténue tranquilidad en la mirada. Imagen que corresponde con la sensación de cuentas saldadas que dejan las palabras que, con sencilla franqueza, tuvo a bien en compartir conmigo a través de un par de correos electrónicos.
Sobre música y sobre la vida que al fin y al cabo son la misma cosa, con ustedes el señor Daniel Valdivia.


Mucha gente se sorprende al saber que, aparte del punk o el rock progresivo, muchos de tus ídolos son artistas como Bruce Springsteen, Rod Stewart y hasta los Bee Gees ¿de qué manera crees que ellos han influido en tu música o en tu manera de hacer música? Lo ke te influencia es la belleza, es la emoción. Te empuja a imitar a akellos ke han logrado emocionarte alguna vez. La belleza no tiene etiketa. Es bello y punto. Nos gusta y se acabó. Para algunos un cactus puede resultar desagradable; pero para otros puede ser una belleza botánica insuperable.

Y hablando de artistas que admiras y la influencia que ejercen sobre tu música siempre mencionas a cantautores como Serrat, Ubiergo y Silvio Rodriguez...En todo momento. Desde siempre la canción urbana, el canto de la intimidad, estuvo presente. Es imposible ke no esté caminando en mi vida, puesto ke siempre estuve de la mano de ese tipo de alteraciones. Mi drama no era el cómo cantar ese tipo de expresiones, sinó el cómo combinar todos esos colores y ke no se sienta fuera del bacín. Era poner a Ubiergo o a Salvatore Adamo, con un fondo de Back Sabbath.

Aunque muchas veces lo has negado no hay duda que tu carrera en general es icónica dentro de la histora del rock peruano. ¿qué te provoca eso? Por qué no creo que seas indiferente al hecho de que, sin duda, tu música no es pasajera. La verdad: solo me provoca agradecimiento. Porke es muy gentil de parte de la gente ke piensen ke lo ke yo hago "no es pasajero".

Precisamente esa trascendencia te da cierta autoridad para opinar sobre el rock peruano en donde muchos creen que lo auténtico está ligado a lo underground mientras que todo lo que ya goza de cierto reconocimiento es vendido. Tú mismo fuiste víctima de la intransigencia de algunos que vieron en tu repentina aparición en medios de comunicación y ese re descubrimiento que se hizo de tu música como una traición ¿Qué opinión te merece este razonamiento? Eso ya no existe. Antes era casi una religión condenar a kienes hacían uso de los medios masivos o de los patrocinadores comerciales. Pero ahora ya no. Es una raza ke se extinguió y la prueba está en –justamente- las herramientas de comunicación del ciberspacio: los foros, las webs elaboradas por fans, los sitios de Fanáticos, los Blogs… etc, etc… donde los chicos, en lugar de “ocultar” a su artista favorito, lo muestra! e intenta ke sea escuchado en todas partes del mundo. Ya no son los años donde el fan se molestaba si su artista favorito participaba de algún evento internacional o ganaba premios de la Industria. Ahora es al reves: el fan se molesta porke a su artista favorito NO lo han llamado para un evento importante o porke no le han dado un premio de la Industria. El nuevo siglo trajo toda esta nueva manera de pensar y enterró a todos esos minusválidos cerebrales ke creen ke la música debe ser un patrimonio egoísta realizado por cantantes y grupos tocando en precarias condiciones y sin ganar un solo sol por su trabajo. Eso ya fue.

Ahora que tocas el tema de las nuevas herramientas de comunicación que propicia el internet, tu uso del Facebook es casi diario ¿Qué te parece la posibilidad de contactar con gente solo con sentarte frente a la computadora?
Magnífico! Un sueño! Esta herramienta de enlaces colectivos es una de las mejores cosas ke me ha pasado.

Algo que tiene que ver, también, con la relación que tienes con tus seguidores. Una relación que, en tus conciertos, suele ser directa, un diálogo cercano, lleno humor, con amigos de toda la vida. ¿A qué crees que se debe esta empatía que sueles tener con la gente? No soy bueno para hablar. Por eso no voy a la tele o a la radio. No tengo ese talento de hablar bien kon el público. Si hay esa empatía, es más por el mismo público ke me brinda su complicidad, ke por alguna pericia en mi labia.

Quizá no hay, como afirmas, pericia en tu labia pero tu lírica sin duda es sobresaliente, tanto así que músicos en teoría disímiles a tu estilo como Gianmarco han tenido palabras de elogio sobre tus letras ¿tienes algún método de composición o es más bien algo incierto? ¿pules mucho tus canciones o eres más bien de dejarlas salir casi naturalmente? Noo… Hay ke trabajar muy duro. Cada canción tiene ke ser trabajada al máximo. Por eso me demoro tanto… No soy tan bueno komo dicen, peee….

De los discos de Leusemia, ¿con cuál te quedas? ¿A la mierda lo demás y su rock sucio y callejero o Hospicios con la complejidad propia del rock progresivo? ¿Cuál de tu carrera de solista? "Hospicios", ni hablar, pee... Es junto kon "El Zafiro de las Galas", el trabajo kon el cual me siento mucho más trankilo y realizado. Por la conjunción de armonías, melodías, riffs, letras, concepto.... Todo.

Cuando no estas sobre un escenario o componiendo canciones ¿Qué momentos llenan tus días? Primero ke nada: agradezco esos momentos. El poder darte un buen tiempo para conversar kon los amigos, el poder pasar horas frente al Facebook o al MSN… el poder ver películas y poder caminar kon mi novia. Puede sonar tonto o inútil, pero son bendiciones ke no dejo de agradecer.

Te acercas a los cincuenta años con una carrera extensa y un legado indudable. ¿Hay aún pendientes en la vida de Daniel F? Tengo una novia hermosa, 3 gatos ke joden komo la putamadre, una agenda llena hasta el próximo año.... Hermano: ya todos mis sueños personales se cumplieron.

Para terminar... puede ser un poco dificil, pero si tuvieras que elegir una frase tuya, un verso de alguna canción de las tantas que has escrito para ser recordado ¿cuál seria? Uuummm.... "a la mierda lo demás!"

Y aunque yo hubiese elegido de una música eterna locura, lo cierto es que la impresión, tras leer las respuestas del F, es la misma de aquella vez en el parque donde espié su cotidanidad, la misma que me dejaron los incendiarios conciertos de Leusemia y la que sigo obteniendo en la melancolía de sus discos como solista: la de un talento inmenso, quizá contradictorio pero por sobre todo honesto.
Tal como el tipo que hay detrás.





jueves, 17 de septiembre de 2009

Nuevo disco


Grabado entre marzo y junio del 2009 en estudios Mi Cuartito.

1.- Vieja historia, amantes nuevos (versión 1)
2.- Niña caracol
3.- Vieja historia, amantes nuevos (versión 2)
4.- Postal de ausencia
5.- Mirar atrás
6.- Vals
7.- Siete de marzo
8.- Monterroso
9.- Vodevil
10.- Cine negro
11.- Farewell my love

Descarga el disco aquí

Algunos temas (dale play nomás con confianza):
Monterroso


postal de ausencia


siete de marzo

martes, 15 de septiembre de 2009

Stone Cold Johnny

La noche serena y la luna iluminando parcialmente un bosque en cuyo corazón reposa una pequeña taberna. No hay más ruido que el de los insectos en su sinfonía noctámbula y el viento que ondea las hojas de los árboles adormecidos. De pronto, el delicado cristal de las horas calmas se rompe por el estruendo de metralletas y fusiles que destruyen todo a su paso. Al centro de esa anarquía de balas, gritos y persecuciones está John Dillinger, una suerte de Robin Hood de los años 30 cuya vida giró en torno a un solo propósito y una sola ley:

- ¿qué es lo que tú quieres, Johnny?
- Todo. Ahora

Desde La ley del hampa (Underworld, 1927), de Josef von Sternberg, el cine ha estado repleto de películas sobre gansters, historias de hombres viviendo en el destello peligroso de una navaja. El género ha dado obras maestras como El Padrino o Caracortada aunque en los últimos tiempos ha sido proclive a bodrios que abundaban en clichés ahí donde faltaban buenas ideas. Pero Michael Mann -un cineasta experto en crear situaciones de confrontación extrema donde polos opuestos no tienen otra salida que buscar en aniquilamiento total del bando contrario- logra con Enemigos Públicos (Public Enemies, 2009) acaso la mejor película de gansters de la década gracias a una revisión de los cánones de la época dorada del género: la dualidad del ganster -irrespetuoso de la ley pero fiel a sus convicciones- los secuaces y el respeto casi religioso a su líder, la policía como un ente torpe pero decidido y una ciudad temeorsa y enamorada al mismo tiempo del mito de un bandolero reivindicador. Elementos clásicos del cine gasnteril que, sin embargo, son presentados con una apuesta visual desafiante.
Ya desde Collateral Mann empezó a explotar las posibilidades del cine digital, apuesta que duplicó en la incomprendida adaptación de Miami Vice y que en Enemigos Públicos lleva al límite con resultados impactantes. Pero no se trata de un simple reemplazo del celuloide sino en el talento del director y su equipo para aprovechar las texturas que ofrece la tecnología y ponerlas al servicio del anarquismo imperante en la cinta. Así, tanto los primeros planos como las tomas abiertas, están filmados en constante movimiento como si la cámara -más que testigo lejano de la historia- fuese un cómplice de Dillinger y su carrera vertiginosa contra el tiempo y su propia necesidad de peligro.
Un Dillinger -retratado en el cine con anterioridad y sin trascendencia- que Johnny Deep interpreta con la frialdad de quien se sabe superior al resto y no precisa de mucha pirotecnia para demostrarlo. Y es que en lugar de hacer la típica representación del rebelde del cine moderno: gestos casi epilépticos y exceso de frases ingeniosas lo que Deep logra -merced de un correcto guión- es representar a su tocayo como un ser casi inmutable que rara vez perderá el control. Por otra parte Christian Bale, con su silencio dubitativo y la impenetrabilidad de su mirada, retrata la tenacidad errática de Melvin Purvis, encargado de atrapar a Dillinger. Y en medio de ellos Billie -novia de Dillinger- interpretada por la bellísima Marion Cotillard, a quien le basta una sonrisa perfecta para explicar por qué el ganster está dispuesto a dejar de lado su destino trágico por ella.
Con secuencias de acción memorables, poco tiempo para el análisis psicológico -pues son los actos de los personajes los que definen su esencia- y un ritmo trepidante que solo se pausa para crear más tensión, Enemigos Públicos es un acierto tanto como revisión de un género que parecía condenado al auto chiste como en la innovación de una propuesta estética que, en gente talentosa como Michael Mann, pueden darle un nuevo e interesante giro al cine contemporáneo.
Esta no la compres pirata, anda a verla al cine.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Perfección

Toda afición tiene un comienzo. Con El Nombre de la Rosa descubrí que las novelas pueden ser adictivas y al ver Casi Famosos me quedó claro que el cine toca hondo con una buena historia. Y así como del fútbol me hice fanático al ver un Alianza-Cristal en el 93, al tenis empecé a prestarle atención gracias a Federer.
Sin embargo no eran buenas épocas para el gran Roger. Tras la derrota ante Nadal en Wimbledon del año pasado, a la perfección suiza le tocó una época nefasta en la que perdió el número uno del ranking de ATP, perdió partidos inexplicables y perdió hasta la cordura frente a Djokovic rompiendo, impotente, su raqueta contra el suelo en el Masters 1000 de Miami. Todo mientras su archirival ibérico se convertía en el niño mimado de comentaristas, revistas de espectáculos y una aseguradora en la que siempre pensaba.
Sin embargo el destino del mejor del mundo no era otro que el de volver a la cima. Cuando algunos pronosticaban incluso su retiro de las canchas, Roger fue retomando de manera progresiva la confianza en sí mismo y en su talento incalculable. Y aunque muchos pueden alegar que su increíble recuperación - Roland Garros y Wimbledon incluídos- se debió en gran parte a la ausencia de Nadal por lesión lo cierto es que, independiente de posiciones en el ATP, la supremacía de Federer es indiscutible pues si bien el español es un jugador de potencia avasalladora, el suizo es la definición de excelencia en el tenis.
Porque todo deporte requiere de cualidades como la fortaleza o el ímpetu, pero cada disciplina tiene una escencia por la cual, unos pocos privilegiados, convierten un simple juego en arte.
En el tenis es la elegancia.
Que es sinónimo de Roger Federer.
Que ejecuta las jugadas más inverosímiles en una constante coreografía que hace lucir sencillo lo inexplicable. Ya sea en el saque, subiendo a la red o respondiendo a los balazos de sus rivales con un pincelazo de virtuosismo, Federer -que todo lo ejecuta y lo vive y lo celebra con una humildad apabullante- es acaso el equivalente moderno de genios como Da Vinci o Beethoven, es decir, seres humanos que vienen al mundo para tomar una disciplina y convertirla en algo sublime así sea por el breve instante que dura la disputa de un punto.
Éste, por ejemplo.



No se diga más.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tan insustancial, tan blue

Es madrugada y el frío es un aliado intermitente. Después de los cigarros y las risas y la cerveza y los amigos regresa a casa para darse cuenta que sigue solo. Que no hay un mensaje trasnochado esperando en el velador ni una última llamada como bote salvamadrugadas. Está solo y sus pasos hacia la cocina reverberan por entre las paredes indiferentes que duermen abrigadas por el cuadro de una niña leyendo una carta y un reloj rectangular con Jesucristo mirando el minutero. Ya van a ser las tres. Comprueba entonces que hay ocasiones en las que ni los libros de guerrilla o una tele con insomnio son suficientes para refutar la falta de alguien, de algo, de alguna. Ojalá me duerma pronto, piensa antes de rozar con los dedos manchados de nicotina una ausencia que sigue dándole la espalda. Intenta conversar con una sombra pero apenas recibe monosílabos compasivos como respuesta y será para mañana cuando todo mejore o empeore da lo mismo si falta alguien, algo, alguna. A veces el pesimismo es lo más consecuente por lo menos hasta que el cansancio se reponga y haga su puto trabajo de una vez y por todas y para siempre. Dormir. Olvidar. Todos los clichés de una tristeza que asoma los dientes cuando no hay más cigarros ni risas ni cerveza y los amigos ya dijeron chau.
En la pantalla un hombre domina a cien mil hombres con la batuta de su mano y la imposición de una voz eterna. Hay personas que no deberían morirse nunca. Hay madrugadas que deberían saltarse con control remoto. Y volver a sonreír entonces. Y volver a fingir que todo está bien.
Que amanezca, por favor.

lunes, 7 de septiembre de 2009

No culpes a la playa

Con cierto sentimiento de culpa empecé a ver Máncora vía internet. Un sentimiento de culpa basado en el dudoso pero constante argumento de "apoyar al cine nacional" dudoso porque muchas veces se usa de pretexto para tolerar bodrios y dudoso además porque la cinta en cuestión, a pesar de la nacionalidad del director, algunos actores y las locaciones utilizadas, es más producción española que peruana. Esto último me hizo recordar un artículo de Ricardo Bedoya sobre La mujer de mi hermano -coincidentemente la primera película de Ricardo de Montreuil a cargo también de Máncora- y su supuesta vinculación al cine peruano:

La nacionalidad de un filme está determinada por el origen de su capital. En este caso, la productora Shallow Entertainment es norteamericana y La mujer de mi hermano lo es también, aun cuando esté pensada para el público latino y su reparto sea multinacional. La regla del capital es la que se aplica en los festivales y concursos de cine, así como en las legislaciones nacionales

Este argumento, lejos de decepcionar al cinéfilo patriota que llevamos dentro, es para suspirar aliviados. Y es que al igual que la nefasta adaptación de la novela de Bayly, Máncora es una cinta por demás deficiente para no decir mala. Malísima.
Una película que se vende como la historia de redención de tres personajes que encuentran en una playa paradisíaca el lugar donde enfrentar sus demonios personales y que en cambio son poco más de 90 minutos de escenas fragmentadas, estereotipos acartonados, diálogos sin sentido -en el mal sentido de la palabra- y en suma todo el cliché sobre lo que significa ser un joven rebelde en busca de una "respuesta". Y claro, qué mejor idea que encontrar esa respuesta en una playa donde la libertad se respira en constante armonía con el mar y la arena. Aunque en Máncora ya apenas quedan porciones de arena libre de publicidad y bungalows... en fin, volvamos al film.

La historia se plantea como una road movie que empieza en Lima la gris y termina en el cálido norte. El escape que emprende Santiago (adivina: problemas de conducta, frío de emociones, peleonero) junto a su hermanastra Ximena -uy, huele a "incesto"- y el pelmazo de su marido. En el camino -un paisaje totalmente desperdiciado- se tropiezan con un brasileño fumón, un pescador que odia a los limeños y otros tantos personajes que -sin identidad- deambulan por una historia que pretende asociar el crecimiento de un chico en base a porros, borracheras, peleas sin sentido y un romance "prohibido" por las buenas costumbres. Más o menos lo mismo que nos contó la ya clásica Y tú mamá también, cinta que sin llegar a ser buena al menos tenía un verdadero hilo conductor por el cual el viaje -de los personajes y el nuestro- no era en vano. Máncora, en cambio, anula cualquier posibilidad de reflexión merced del vacío que hay detrás de su historia.
En este punto algunos podrían decir que la intención de Ricardo de Montreuil quizá fue hacer una cinta divertida, sin mayor objetivo que hacernos pasar un buen rato. Este argumento -que asusta tanto a los críticos snob que en el mundo hay- no es para nada desdeñable y por el contrario, una película que divierte bien tiene tanto valor como una que crea interrogantes. Lamentablemente Máncora, sin la estupidez graciosa de films como Mañana te cuento (vacuo pero entretenido) aburre con un ritmo cansino, secuencias cuya duración doblan lo que el criterio común aconsejaría y, otra vez, la misma intención de vendernos caras apesadumbradas y mandadas a la mierda -con su posterior ratito de soledad- como sinónimos de real conflicto.
Pero en otras películas peruanas -o españolas, ve tú a saber- donde la trama fallaba por no tener un trasfondo que cohesione las escenas siempre nos quedaba un consuelo: La infaltable dosis de erotismo. Un erotismo barato y más bien tirado a la arrechura que sin embargo, justificaba en algo el tiempo perdido. Pero Máncora pierde también en ese rubro pues la química entre Elsa Pataki y Jason Day (a quien ya intentan vender como el nuevo Christian Meier) es casi nula y las escenas de sexo son tan excitantes como la teta de una estatua. En plena era de la fragmentación (Busca en Youtube: Máncora, sex, scenes) donde ya no es necesario soplarse una película entera para llegar ahí donde queremos esto resulta imperdonable.

¿Qué nos queda entonces? Algunos críticos se han apresurado en afirmar que, bueno pues, la historia no es tan buena pero la fotografía y el trabajo técnico es espectacular. Cierto, en cuanto a la parte formal Máncora es impecable pero ¿No es lo mínimo que se puede esperar de una producción que manejó un presupuesto ciertamente holgado para los estándares latinoamericanos? ¿La corrección basta para salvar una película? Sería como celebrarle a un jugador profesional el hecho de que pueda parar un balón o darle cinco estrellas a un disco sólo porque la parte del bajo se ejecutó sin errores. Salvo en casos concretos donde lo visual tiene, intencionalmente, tanta importancia como el fondo de la historia -llámese Sin City o 300- lo técnico siempre será un elemento que sirva como molde para llenar de la mejor manera un argumento. Un elemento necesario pero no trascendental al momento de calificar una película. Así que ni con esas a Máncora le alcanza y ya en tal punto sólo podríamos hablar de un afiche simpático o un trailer inquietante.
Como dije al comienzo, la película la empecé a ver por internet pero el sentimiento de culpa desapareció a la media hora. Me he ahorrado una entrada al cine y un disgusto mayor. De cualquier manera cada quien tiene la última palabra así que vayan nomás a verla y saquen sus propias conclusiones. Para los que no, ahí les dejo un par de videos de Elsa Pataki y Jason Day.
Debería bastar con eso.



viernes, 4 de septiembre de 2009

It´s all connected, my cholo

No contento con el tema de la Diablada, Evo Morales vuelve a barajar la situación cada vez más caótica de su país –siempre a borde de una nueva insurrección- y de paso seguir con eso de joder al Perú y en concreto a nuestro mandatario regordete con un nuevo reclamo: El Ekeko es boliviano, senorsh dicen que dijo desde La Paz.
Ya antes, los excesos de Morales fueron respondidos desde Lima por diversas figuras de nuestro bizarro mundo político y es que, sea en Bolivia o Perú, nada mejor que un escandalete sin sentido para distraer a la opinión pública de temas que no venden pero trascienden. Sin embargo, al reciente exabrupto del Ekeko, la respuesta vino del lado menos pensado, del otro lado en realidad.
Carlos Cacho, armado con una sonrisa pícara y un peinado incalificable lanzó el grito al cielo y en vivo y a todo color: Cómo es posible que una persona tan ignorante sea el presidente de Bolivia. Que Bolivia se quede con su Ekeko. Las personas que creen en eso son unos ignorantes. Las reacciones, por supuesto, no se hicieron esperar.
Así mientras algunos secundaron las palabras de Cacho, otros – y no pocos, muchos en realidad- no tardaron en calificarlo de metiche, atrevido, poco informado, faltoso y…. redoble de tambor… RACISTA.
Leer ese calificativo en el comentario de algún bloggero indignado me hizo recordar la entrevista que hace unos días le hiciera Beto Ortiz al columnista de Correo, Andrés Bedoya Ugarteche a raíz de su reciente galardón como el periodista más racista del planeta. Las palabras del arequipeño levantaron la misma ola de indignación y dedos acusadores.
Y, bueno, es cierto que al vejete le patina el coco y que muchas de sus declaraciones son, citando a Manolito el de Mafalda, no sólo estúpidas sino peligrosas; pero dentro de toda la verborragia del periodista hay cosas que –vistas sin esa falsa indignación que tanto nos gusta a los peruanos- vale la pena tomar en cuenta.
Por que a fin de cuentas, ¿de qué va el racismo? O mejor dicho ¿de qué NO va el racismo?
¿Calificar a un una persona ignorante de ignorante es racista? ¿Decirle salvaje a un miembro de una tribu en la selva es racista aún cuando hay concordancia con la definición que da la RAE sobre salvaje?
Por el contrario ¿No es racista quien se escuda en eso de la opresión del blanco y la injusticia social para disimular la poca capacidad que tiene o, peor aún, para atizar intereses que no guardan relación alguna con la supuesta reivindicación de los indígenas?
Uy, dije indígenas. Soy racista. Bájame el dedo, ponme la cruz.
Y es que en el Perú existe una tendencia a rasgarse las vestiduras con temas como éste que responde más a una necesidad de estar en paz con la conciencia –y de paso con todo el mundo- que con una verdadera voluntad de integración. En el Perú –cito a Tony de Pataclaun- todos choleamos, de arriba a abajo, de abajo a arriba, de costa a sierra y de sierra a selva. Claro que eso lo decimos en voz bajita o con miradas de asco camufladas. Luego comentamos sobre el genocidio en Bagua –sin saber la definición de Genocidio y sin haber pisado nunca Bagua- para sentirnos muy open mind, democráticos y plenos. La misma sensación que da vapulear a un conductor de televisión o pedir la hoguera para un columnista.
Pero en verdad, ¿cuánto se hace por la integración de los grupos sociales menos favorecidos? Porque existen y vienen sufriendo desde hace décadas de algo mucho peor que el racismo mal concebido: la postergación de sus necesidades.
Quizá si en vez de jugar a ser la voz de gente que no conocemos en realidad, si en vez de creer que el respeto a las personas pasa por tenerles lástima (y desde lejitos, además) y evitar llamar las cosas por su nombre procuramos un poco más de sinceridad como primer paso a una integración que –bromas aparte- necesita darse de una buena vez, la situación mejore tantito.
De lo contrario, amigos, es mejor quedarse callados.
De lo contrario, siempre nos quedará Cacho.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Nada personal

Un buen amigo me dijo una vez que para él lo mejor de la música contemporánea oscilaba entre los Beatles y Manzanero. Y aunque la premisa puede ser rebatible lo cierto es que al oír canciones como ésta no queda duda que don Armando no tiene competencia en cuanto a confeccionar pequeñas joyas de alcance eterno, verdades en forma de bolero sobre nosotros los mortales que nos encanta andar por ahí muriendo de amores.
Así que borra a Luis Fonsi de tu mp3 y deja que el romanticismo de la vieja escuela se meta sin reparos en tu corazón.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La inconstancia del panzón


Producto de las malas noches, un horario incierto para las comidas y la reducción del tiempo dedicado al ejercicio que pasó de cuatro horas semanales a cero horas perpetuas, he visto consternado la mutación irreversible de mi cuerpo que de su habitual estado de peor es nada descendió a una configuración que bien podríamos definir con palabras del buen Arjona: como luce una soga cuando en medio tiene un nudo.

- Ah no, esto sanseacabó - me dije mirando de perfil mi recién estrenada panzota- habrá que hacer algo.

Puesto a encontrar la solución indagué en internet sobre formas fáciles para reducir el abdomen. Las dietas fueron las primeras en aparecer... y las primeras en irse también pues no puedo tomar en serio un sistema que me recomienda comer tres almendras en la cena y -cito textualmente- un puñado de nueces para el almuerzo... !TRES ALMENDRAS! ¿NUECES?
Ni hablar, hermano.
Entonces recordé que debajo de la escalera -espacio destinado a la jubilación de cosas obsoletas en mi casa- dormía entre cartones y una cocina malograda el -cito, nuevamente- revolucionario sistema de ejercicios AB King Pro.
La publicidad promete resultados inmediatos y los videítos en youtube me dicen que la rutina es pan comido. Y mejor pan comido que tres miserables almendras y un puñado de nueces.
Es así que desde hace cuatro días le dedico diez minutos (tres veces más de lo que recomiendan en la tele) al dichoso aparato mientras AC/DC, Metallica y -ejem- Mika me animan a darle duro al ejerciciocon sus canciones.
No es tan facil empero. Es más, hasta la fecha no he podido completar diez abdominales seguidos y el único resultado palpable es un dolor de brazos que aparece hasta cuando endulzo el café. La barriga igualita y el ánimo peor.
En todo caso he hecho la promesa -frente al espejo y de perfil- de completar al menos un mes de ejercicios. De no presentarse resultados, el que suscribe esta nota procederá a vender el AB king Pro y tirarse la plata en pollos a la brasa, hamburguesas, cerveza y para la comida de los martes:
Sopa de verduras o consomé
100gr de carne, pollo ó pescado
Ensalada verde o verduras cocidas
1 tortilla de maíz.
Digo ¿no?



P.D. La foto del post no es mía... estoy peor.

Sitcom Genius

Hemos visto su nombre miles de veces en la televisión pero es muy probable que nos parezca sólo un gringo con cara de sonso en el caso de cruzárnoslo por la calle. Sin embargo, Chuck Lorre -que es gringo y evidentemente tiene cara de sonso- es la razón que nos ha mantenido pegados al mueble aún cuando el sentido común ya nos mandaba a hacer otra cosa. Es el culpable de muchas guerras por el control remoto y el auspiciante de esas conversaciones vacuas pero deliciosas sobre temas tontos de interés común.
Chuck Lorre es un capo y se especializa en crear series de televisión.
Ahí está Cybill (1995), el delirante diario de una actriz madura y desempleada que lucha por mantenerse a flote en un Hollywood que las exige cada vez más flacas y jóvenes y desechables. Ahí están Dharma y Greg (1997), la hippie y el yuppie que aprenden a convivir en los albores de una norteamérica cada vez más paranoica y sin sentido.
Pero las creaciones más famosas del buen Lorre llegarían recién con el nuevo milenio: Two and a half men y The Big Bang Theory. La primera -el bote salvavidas y salvacarreras de Charlie Sheen- nos muestra cuán ridículamente desechables y supérfluas se han vuelto las relaciones personales hoy en día, mientras que la segunda es acaso el programa de televisión que mejor aborda el tema de la locura multimediática en la que estamos irremediablemente inmersos aunque contada a través de las peripecias y desastres de un grupo de genios inadaptados.
Y es que a fin de cuentas, si algo tienen en común las comedias de Lorre es que todas versan sobre el duro camino hacia la adaptación. Adaptación a la vejez, a la personalidad opuesta de quien elegimos para dormir en nuestra misma cama; adaptación a la soledad del hombre moderno y a un mundo donde la física cuántica no es nada si no sabes usar el Facebook o filtrear con la chica de al lado.
Cuando logras tocar esos temas con diálogos incisivos y situaciones ridículas y hacer que, en lugar de un plomazo, sean detonantes de risas que alivianan lo pesado de un lunes aciago no hay nada qué hacer: Eres un capo.
Eres Chuck Lorre.


Una mujer de mil rostros.


Cantante, compositora, poeta, tradicionalista, española, mujer, anciana, niña, norteamericana, inconformista, bonita, sensible, revolucionaria, inalcanzable, comunista, espiritual, enamorada, desengañada, ranchera, bolero, jazz, rock, guitarra, Frida, llorona, soprano, rap, doliente, extravagante, inquietante, incandescente, desconocida, adorada, vanguardista, mexicana... Universal.
Lila Downs (Oaxaca, 1968) no hace discos o canciones sino bitácoras de la contradicción humana.
Lila Donws logra la amalgama perfecta entre la simpleza ancestral de la música latinoamericana y los sonidos modernos de la globalización.
Lila Downs Yo te culpo por el silencio, en la culpa de una mirada, yo te uso como testigo, es un caso sin juez ni balanza.