miércoles, 26 de agosto de 2009

Conspiración Internacional


La detención en Chile del árbitro peruano George Buckley por una situación pendiente con la justicia mapocha por consumo de marihuana puede obedecer a dos razones: Se trata de un ataque encubierto del gobierno de Bachelet ante las críticas que hizo el presidente García sobre un eventual acuerdo secreto entre Bolivia y Chile; o simplemente al buen George le gustaba arbitrar elefantes voladores en sus años mozos.
De tratarse de la segunda hipótesis, podemos plantear dos nuevas posibilidades: Tal y como afirma Buckley, se trata de un error subsanado de juventud que no debe manchar su actual carrera deportiva o bien el juez nacional le ha seguido entrando a los porritos sin que nadie se entere.
Ahora bien, de tratarse de la segunda opción podemos plantear dos nuevas teorías: El consumo de yerba por parte de Buckley es un caso aislado dentro del arbitraje peruano o se trata más bien de una suerte de vicio secreto y compartido entre el mencionado réferi además de Winston Reátegui, Héctor Pacheco, Víctor Hugo Rivera entre otras joyas.
De tratarse de la segunda teoría ésta puede deberse a dos razones: Los árbitros peruanos se plantearon la siguiente pregunta "¿Si tenemos dirigentes corruptos, jugadores borrachos y periodistas incapaces (no todos, te adoramos Peredo) por qué no podemos ser fumones?" con lo cual adoptaron a la marihuana como su vicio comunitario. O puede ser parte de una estrategia secreta, puesta al descubierto por un error burocrático en Santiago, entre chilenos y bolivianos para darle el tiro de gracia a nuestro ya tísico fúltbol peruano (no hay que olvidar que hasta las eliminatorias pasadas, siempre nos quedaba el consuelo de ganarle a los de la estrella solitaria en casa y quedar por encima de Bolivia en el puntaje final) y así ir ganándonos la guerra psicológica antes de la militar con lo cual podemos hablar de una flagrante conspiracion internacional. ¡Alán tenía razón!
Ahora bien, todo este razonamiento puede obedecer a dos causas:
El redactor es un genio de la contrainteligencia.
El redactor fuma de la misma que George Buckley.

martes, 25 de agosto de 2009

Intrascendentes lucen mejor

Ha pasado un década desde que Líbido irrumpiera en la siempre incierta escena del rock nacional. Durante ese tiempo los liderados por Salim Vera (amado y odiado por igual) se ubicaron como la banda con mayor proyección dentro y fuera del país, lenguas de MTV incluídas. Lamentablemente a medida que aumentaba su popularidad y con cada nuevo trabajo perdían el punche de sus primeras canciones en pos de una intelectualidad que dejaba la misma sensación que podría dar el ver a la fea del salón tratando de vestirse como femme fatale.
Por suerte lo que ya era un saludable amago en Lo último que hablé ayer es un completo acierto en Un día nuevo, quinto disco de estudio y el mejor de su carrera.
Líbido deja de lado cualquier intento de grandilocuencia y sale a tocar canciones rápidas, contundentes, sin introducciones pomposas o intentos de líricas profundas con lo cual hasta las baladas -lo peor de su producción antes de esta placa- resultan un acierto; Salim olvida sus pretenciones de ser un Tom Yorke made in Perú y se divierte cantando he descubierto que mi novia es mala secundado por rasgueos estilo rockabilly y una batería machacante.
De las catorce canciones solo una pasa los cuatro minutos de duración mientras que la mayoría cuentan su intrascendente y divertida historia en un dos por tres.
Pone.


jueves, 20 de agosto de 2009

La breve oscuridad.

Aquella tarde, sentado al borde de su cama, cayó en cuenta que un episodio de Los años Maravillosos tenía una guión bastante similar al de su tragedia. En el capítulo, Kevin Arnold esperaba la visita de una prima a la que adoraba y que llegaba con la promesa de besos escondidos a medianoche, pero al entrañable personaje, le salía un barrito de proporciones épicas el cual trataba de eliminar a lo largo del programa. Él esperaba también la visita de una prima con la que ya antes había consolidado la promesa de besos escondidos a medianoche, sin embargo su tragedia nada tenía que ver con un barro inclemente; tal vez por la piscina, tal vez por el calor, sabe dios por qué pero la conjuntivitis le jodió los ojos en el día menos oportuno. Sentado en su cama y oyendo los saludos que se daban sus tíos con papá y mamá, dejaba caer alguna lágrima punzante no sólo por la pena sino porque, con la conjuntivitis, llorar era una flagelación involuntaria. De las voces en la sala pudo distinguir la de Alicia preguntado por él y la de su madre contando con lujos de bochorno su exilio obligatorio en esas cuatro paredes; escuchar las risas que provocaba su estado fue tan fastidioso como no poder abrir los ojos por más de unos minutos, tuvo que conformarse con saludar a través de la puerta, la voz de copa de Alicia casi quiebra la suya, su tío hizo bromas obscenas sobre su estado y mamá prometió llevarle la cena en un rato. Ni los comics, ni la harmónica, ni las revistas porno que le prestaron en el colegio lograron romper su ansiedad y frustración. Ya no escuchaba la voz de su prima; seguro había salido por ahí, sin él, a pasarla bien, sin él.
Era tarde ya cuando se convenció de que todos dormían. Salió en busca de torta y jugo de durazno. La única combinación capaz de hacerlo sentir un poco mejor. La costumbre de robar comida a esa hora hizo que el viaje de ida y vuelta a la cocina tomase menos de cinco minutos, a pesar de la poca visión que tenía. Cuando entró al cuarto, Alicia dijo hola en un susurro, su primera reacción fue cerrar por completo los ojos para no contagiarla, ella aprovechó su ceguera temporal para llevarlo de la mano hacia la ventana que daba a la calle, ahí se besaron o mejor dicho fue ella quien lo besó pues él no abrió en ningún momento los ojos y a duras penas los labios, por eso tantos tropezones de sus bocas aunque todo parecía acomodarse con una risita de Alicia ¿Fueron horas o minutos? nunca lo sabría con exactitud pues la oscuridad también confunde al tiempo y qué más daba si era suficiente con el sonido que hacían cuatro labios al juntarse y separarse dejando un leve rastro de humedad como evidencia. La felicidad a intervalos suspendidos apenas para tomar aire y reaundar la ternura sin imágenes, el sosiego con un inmenso telón negro cubriéndolo todo que impedía pensar y sólo sentir y sólo besar y fueron horas o minutos, daba igual. El mundo seguiría en su lugar al abrir los ojos y seguiría allí cuando terminase su frugal adolescencia y ya no pueda volver a cerrarlos y suspender y sólo sentir y sólo besar.
Alicia dijo chau llevándose la torta. Al día siguiente pudo dejar el exilio usando un par enormes gafas negras a través de las cuales comprobó aliviado que la mirada de su prima seguía intacta. Hubo otras noches de besos subversivos pero ninguna fue tan rica como aquella en la que se quedó ciego, brevemente, por quererla.

miércoles, 19 de agosto de 2009

La mejor canción del mundo, otra vez y casi para siempre.

He intentado varias formas de introducir esta canción. Pero creo que ninguna está a la altura. Tómense su tiempo, Vale la pena.



--Qué viejo se ha puesto el sol!--; pensaba el viejo DaSilva,
recostado en su sillón, despierto y soñando a ratos.
Contemplando los recuerdos entre el humo del tabaco,
en su humilde habitación de mobiliario barato.
--"De Ramiro no sé nada; ni una carta he recibido, y
aunque sé que es el destino que todos los hijos partan
no sé cómo olvidan tantos sacrificios compartidos y se van
buscando caminos cuando el viejo no hace falta.
No hay cortesía o derecho para aquél que llega a viejo;
se nos trata desde lejos, con hipócrita respeto.
No me quieren dar trabajo y no me quiero mendigando.
Con el Seguro Social, pa' vivir de a vaina alcanzo y
entre éstas cuatro paredes presiento la muerte llegando.


"Qué vieja que está la tarde!" -- pensaba el viejo DaSilva,
mirando las golondrinas desde la banca del parque.
"--A veces pa' levantarme necesito que me ayuden,
y aunque avergonzado estuve, doy las gracias y camino,
y cuanto perro que me encuentro la quiere coger conmigo;
y cuanto perro me encuentro la quiere cojer conmigo.
Manuela, si tú vivieras, quizás tendría una esperanza!
Manuela, si tú vivieras, quizás tendría una esperanza, pero
estoy solo mi vieja! y ésta espera cansa;
es que estoy solo mi vieja y solo esperar cansa.


--"Qué vieja que está noche!" -- pensaba el viejo DaSilva,
y apretaba el viejo anillo que Manuela le dejara;
y apretaba el viejo anillo que Manuela le dejara.
Y alli mismo le encontraron, en auél sillón sentado, Muerto!
entre el polvo y los recuerdos, mrariposas del pasado.
Y por mucho que trataron, su mano abrir no pudieron
Dios te bendiga Carmelo; a Manuela y a los viejos.

martes, 18 de agosto de 2009

San Nicolás, agua calma y piedras en silencio

Existen lugares que se disfrutan más con un grito compartido o un gesto de exclamación en voz alta. Otros, requieren del silencio para dejarse apreciar en su real inmensidad. La laguna de San Nicolás exige la ausencia de todo ruido que no sea el del viento haciendo pequeñas olas en el agua y balanceando la vegetación circundante en un prolongado baile sin música. Y encima de ésta y vigilando el paisaje, los vestigios de una resistencia ancestral también esperan una visita sin más ruido que el de la propia respiración.


Cajamarca nos recibe con un sol amable y una arquitectura contradictoria. Una inconsistencia -quizá necesaria- que ha hecho que en muchos sectores, la presencia de una modernidad mal concebida le meta cabe al paisaje colonial dejando una sensación similar a la de una chica bonita que se sobre esfuerza por lucir mayor con un exceso de maquillaje. A pesar de ello, y amparado en las reverberaciones del sol serrano en las iglesias imponentes y los tejados de las casas, la ciudad termina siendo un agradable previo a la ruta que nos espera. De ahí partimos con lo indispensable para cualquier viaje: agua, atunes, una libretita de hojas amarillas y un puñado de canciones cuya duración es proporcional a la duración del camino. En la radio habla el presidente. Preferimos no oírlo. Más tarde optaremos por dejar otros sonidos también.
Son 47 kilómetros al sureste de la ciudad, por una carretera que pasa de ser una línea recta con valles amplios a ambos lados a un zigzag algo mareante. Nos metemos entre los cerros; esos guardianes silenciosos que confabulan para no aburrirnos, variando su coloración que trasmuta de un marrón solitario a un rojo sangre pasando por un verde pálido. En uno de ellos, algún entusiasta ha dejado tatuado a gran escala el escudo de su colegio mientras que en otros, varios pinos disfrutan de su adolescencia incipiente antes de volverse árboles de porte serio.
La primera parada es en Namora, un típico pueblito de la sierra cuyo corazón es una placita austera cuyo corazón, a la vez, es una pileta que derrama un chorrito endeble de agua mientras mira a la iglesia de manera perpetua. Desde aquí nacen cinco caminos, uno de ellos nos lleva a la laguna de San Nicolás a través de una trocha que casi roza las casitas de adobe y sus desencajadas puertas de madera. Al lado de muchas de estas viviendas hay talleres donde hombres de camisa gris y sombrero de paja trabajan sobre madera recién cortada. No es de extrañar, el pueblo de Namora es famoso por ser el lugar donde se fabrican muchas de las guitarras que luego inundan todo Cajamarca con sus sonidos de acústica perfecta. Seguimos las indicaciones de niñas avergonzadas y un heladero que maniobraba su triciclo con destreza por un camino accidentado. En menos de diez minutos llegaremos a San Nicolás.
Un muro sempiterno que parece acostumbrado a la soledad y al frío nos avisa que falta poco. Tras una subida en el camino, de esas que sirven para crear expectativa, divisamos paulatinamente la amplitud serena de la laguna. La carretera sigue, pero el sentido común sugiere acercarnos caminando. El viento sugiere callarnos y observar ese gran charco celeste donde algunos patos nadan sin dirección precisa mientras la matara emerge en ciertos puntos en forma de un bosque que toma aire por encima del agua.
Varias casas circundan la laguna. Una en particular parece estar ahí para formar parte de una postal inolvidable: al borde del agua, casi como una extensión natural de la misma y con un caballito de totora en la entrada para establecer un vínculo irrompible entre el hombre y la laguna. La bordeamos con paso lento, y ya completamente inmersos en la ausencia de palabras porque así como alguna música entra por los ojos, algunos paisajes también se cuelan por los oídos y la nariz. Mientras un par de hombres con el agua a la altura de sus rodillas y usando un simple cordel intentan pescar algo, le preguntamos a una viejita en qué dirección está la fortaleza de la que hemos escuchado hablar. Señala lo alto de un cerro sin casas. Se llama Coyor y hacía allí nos dirigimos tras humedecernos las manos y la cabeza sin que eso inmute a la vida que habita la laguna.
Es una escalada sin contratiempos pero con poco espacio para el descanso. Cientos de pies precederos a los nuestros han dejado un camino zigzagueante que evade arbustos piedras y algunas vacas que pastaban por ahí al momento de nuestra subida. Llegamos a la cima y la panorámica del gran charco nos hace olvidar por un momento la razón del asenso. Puestos nuevamente a encontrar la fortaleza y guiados por otro camino hecho de constancia nos metemos por entre arbustos cada vez más altos y tupidos. Escondidas entre estos arbustos divisamos las primeras piedras. Nada mejor que el suspiro inmediato a la certeza placentera de llegar.


De aquella construcción en la que el pueblo Caxa dio su última resistencia al avasallador poderío inca quedan apenas tres paredes incompletas de poco más de dos metros de altura. Aun con todo, y amparados en la inmensa soledad que se respira en el sitio, aquellos murales infunden el mismo respeto que en antaño fue bastión de rebeldía de los caxamarcas y que hoy es un santuario de piedras, arbustos y viento helado. Un respeto que sin embargo no resiste a la tentación de escalar una de esas paredes. Justo la que mira al valle y la laguna. Desde ahí sentados y con la amplitud serrana llenándolo todo; solo nos queda estarnos quietos y dejar que el paisaje nos deje ser parte momentánea de su estructura eterna y taciturna.

Nada queda eterno


Porque Harina Blanquita pone cariño a sus postres. Camino. Mis pasos resuenan en el piso. Eso me gustaría decir. Pero no escucho otra cosa que la disonante melodía de las combis y todo lo que a éstas atañe. Sigo. Cuadra doce y falta poco. Detergente Campeón que a todas las manchas vence. Cuadra trece, ya casi está. Mi memoria rutilante se castiga y regocija a la vez y mezclado. Recuerdo. Clase de Marketing. La mañana era extrañamente fría. Un video con intenciones de renovarnos la vocación. Reportaje: Historia de la publicidad televisiva en el Perú. Evoco ahora que fue entonces cuando me enamoré de ella. Alguien me interrumpe.
-cinco para las siete, señor.
-gracias, flaco.
Reingreso a las cavilaciones. Vean ustedes cómo se hacían los anuncios antes. El mundo en blanco y negro y en vivo y trasmitiendo en simultáneo a todo el Perú. La hora del millón gracias a Cerveza Real, piensa en cerveza piensa en Real. Logos de cartulina y mujeres de sonrisa pulcra. Modelos improvisadas pues en aquel entonces no existían las agencias que reclutaban adolescentes para exponerlas al mundo. Cuadra catorce. La televisión peruana del ayer. Los rostros más famosos. Cruzo en rojo cuidado conchatumadre me grita alguien. Miro el reportaje. Miro sus piernas y algo se torna incandescente. Ahí en el video. Ella sonríe-efecto-me enamoró de una mujer que era perfecta hace medio siglo.
Pepita Gasteluméndiz. De las mejores y más conocidas. ¿El edificio los Portales por favor? Izquierda, dos cuadras, gracias. De secretaria a modelo. Grabó un par de telenovelas en México. La que hacía los anuncios más atrevidos. Primera en usar bikini frente a cámaras. Cigarrillo en la boca labios de flor. Romances inventados. Dos maridos. Trece pisos. Departamento seis. Ésa es amiga de mi vieja, dijo el chato. Esta buena todavía (risas consecuentes). Uso las escaleras para prolongar la travesía de mi temor y arrechura que a larga es la misma cosa. Arrugada pero buena, dijo el chato. A veces va a la casa a pegarse unos tragos con mi vieja y sus amigas. Gasteluméndiz. Pepita. Cómo diablos llegué hasta acá.
El fulgor de su cara vendiendo Inka Kola. Los anuncios se filtran en mi cabeza que solo retiene sus dientes perfectos, sus muslos no insinuados, su busto progresista. Busco al chato a la salida. Hazte una, mi estimado, ¿dónde vive esa tía? Yo te explico luego para qué la quiero. Ahora te gustan mayorcitas ¿eh? Cuadra quince Los Portales. Está sola y medio loca, dijo el chato que dice su vieja. Ya ve tú en lo que te metes. Toco la puerta.
Esperaba que no abra. O que abra y que de pronto todo se haga blanco y negro. Entonces Pepita sería joven y conspicua para escuchar vinilos de Manzanero junto a mí.
- ¿Qué desea, joven? ¿joven? ¿hola?
- Este… verá, soy alumno de La Católica….
Todo iba bien, pensaba, qué buen amor idílico me había agenciado, creía. Habrían bastado los viejos recortes de Gente y Caretas que ella me fue mostrando. Me imaginaba regresando cada jueves por un café de media tarde y hasta una copa de vino tinto y bucólico. También corrérmela pensando en ella, solo en mi cuarto y a blanco y negro. Pero entonces Pepita Gasteluméndiz, la modelo más sensual de los cincuenta, sonrisa demacrada -aún está buena, arrugada pero buena- jaló una línea de coca que sabe dios en qué momento colocó sobre la mesa, aspiró con fuerza y dejó su nariz respingada desafiando al techo por un instante. Luego levantó su inconsecuente falda de jean negro.
-¿Quieres fornicar?
Y entre los pliegues oscuros distinguí dos piernas, arrugadas y temblorosas, que se abrieron torpemente reclamándole a su dueña la falta de cordura. Quieres fornicar, dijo como quien recita un slogan atemporal de televisión. Salí a toda prisa mientras escuchaba los últimos reclamos de una voz ronca y desfasada.
Lloro y pienso que no queda nada eterno. En Lima hace rato que se murieron las leyendas.
Vieja loca.

jueves, 13 de agosto de 2009

Iván y Los Radiopostales: demos desde casa robada

Aburrido de no hacer nada. Iván decide tomar por asalto la casa de playa de un amigo al que solo busca cuando decide tomar por asalto su casa de playa. Lleva al exilio dos rones, gaseosas, café, diez cajetillas de cigarros e incontables bolsas de ajinomen. Aparte de los intrumentos, claro está. Y es que durante esos días en Casa Robada, Iván y Los Radiopostales -nomenclatura bajo la cual pretende ocultar que la mayoría de tonterías que compone y graba son culpa exclusivamente suya- se dedica(n) a registrar canciones sin el menor decoro o respeto por la normas no escritas de todo músico que se precie de serio. Algunos temas fueron hechos en el cuarto de baño para aprovechar la acústica mientras que en otros, si se pega bien la oreja, se puede oir el leve acompañamiento del mar. Trece días después, más gordo y con una barba deplorable, Iván lleva su disco recién parido a las disqueras. Ninguna lo acepta. Es así que decide publicarlo por cuenta propia antes de desaparecer nuevamente. Algunos dicen que regresó a Casa Robada, otros juran que consiguió trabajo. Lo primero es más probable.
No, mentira. grabé todo como siempre en mi cuarto. Pero quédense con la primera historia y descarguen el disco aquí. (y el anterior, por si no lo oyeron, acá)


1.- Recuerdo todo de ella menos su nombre
2.- Premoniciones (version 1)
3.- Balada transitoria
4.- Premoniciones (version 2)
5.- Viajera
6.- Será en el mar
7.- Noche común en un pueblo de puerto
8.- Fuck the bass
9.- Incoherencia a-go-go
10.- Qué haces tú?

Por cierto, aunque algunas canciones tuvieron antes un motivo y dedicación particular, mientras que otras son simple rejunte de palabras sin mensaje alguno, la totalidad del disco está dedicado a Cae, Olguita, Morris, el Chato y Gallito.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Para que no te olvides

Hay canciones de amor que nunca pasarán de moda. Baladas que van sonando de generación en generación como muestras elegantes y atemporales de romanticismo, difíciles de olvidar. Pero por si las moscas, Jose Revoredo ha iniciado una loable cruzada musical, desde la comodidad de su sala y sin más armas que una cámara web y un rostro que conjuga a Leo Dan, Nino Bravo y Germaín De la Fuente en una sola pose nuevaolera. Y es que con estos grandes éxitos del ayer -que suenan hoy y durarán por siempre- hasta una simple mímica se convierte en invalorable gesto de amor.





lunes, 10 de agosto de 2009

Día primero


Empezar la semana con la noticia de una muerte y el cielo gris no es de lo más auspicador.
Pero no tengo ganas de hacer catarsis. Y la melancolía me puede esperar sentada.
Calamaro en plan-glam al lado del genial Miguel Abuelo y la dulce Karen antes de irse al carajo entre otras perlas y pepas.
Lunes otra vez!
Buen día para todos.







sábado, 8 de agosto de 2009

Legiao Urbana, Somos tão jovens

A excepción de Paralamas, poco y nada es lo que ha llegado del rock hecho en Brasil por estos lares. Pareciera que para el resto del continente la música brasileña oscilara únicamente entre la genialidad inmortal de Chico Buarque o Caetano Veloso y la verguenza de actos estúpidos como Axe Bahía o esa maldición propiciada por Ftv que son los de discos Bossa n'
Pero el país donde el deporte más importante es el voley (porque el fútbol es religión) ha sido siempre proclive a la existencia de grandes actos de rock en sus distintas vertientes. Desde Os Mutantes -o la versión carioca de The Velvet Underground- y su psicodelia agridulce en los sesenta, hasta la actualidad de Los Hermanos y su combinación de los cánones reciclados del rock del nuevo siglo con la cadencia inconfundible de la zamba.
Y en ese basto universo, tan ajeno a nosotros acostumbrados a decir que dios es argentino y se apellida García (puaj!) Legiao Urbana es la banda más grande de la historia. Liderados por Renato Russo, una suerte de Morrisey de Río con la misma poética urbana y sin tanta pose, se dedicaron a hacer himnos memorables para el consciente colectivo de una juventud marginada. Ya fuesen temas de corte social o simples canciones de amor; al ritmo de una guitarra luminosa o con una oscuridad acaso impensada para un país relacionado siempre con la alegría, Legiao Urbana se volvió el grupo más representativo de Brasil desde su fundación a comienzos de los 80 hasta 1996, año en que su líder -considerado hoy uno de los grandes escritores no sólo del rock sino de la música brasileña en su totalidad- muere víctima de SIDA.
Como herencia quedaron siete discos de estudio donde la lírica de Russo se pasea por los terrenos del punk, el new wave y el pop, además de un puñado de grabaciones en vivo. De este último grupo se desprende As Quatro Estações Ao Vivo, testimonio sonoro de una jornada épica ante 100.000 personas en el Parque Antártica de la ciudad de San Pablo y acaso el mejor disco de rock en vivo hecho en sudamérica. Para ponerlo a todo volumen y formar parte de una multitud entregada a la visión crítica pero siempre esperanzada de un poeta. Para sentir que ya estamos distantes de todo, que somos tan jóvenes y tenemos todo el tiempo del mundo.



Será só imaginação?
Será que nada vai acontecer?
Será que é tudo isso em vão?
Será que vamos conseguir vencer?



Estátuas e cofres
E paredes pintadas
Ninguém sabe
O que aconteceu...

jueves, 6 de agosto de 2009

Los jóvenes sudamericanos

Los jóvenes sudamericanos se besan
con la tristeza de verbena que aprendieron
al caminar;
luxan su tobillo y pierden los anteojos
cuando bajan a tierra firme.
Los jóvenes sudamericanos cenan
hogazas de pan nuevo, discurren
sobre tópicos mesiánicos
de sus nuevos presidentes
y tantean un hotel barato pero
que tenga agua entibiada;
dejan su amor al azar,
fuman al por mayor olvidando
el cepillo en casa y un
trozo de papel para emergencias.
Los jóvenes sudamericanos navegan
en tiempos de identidad subtitulada
y preguntas múltiples para una
misma respuesta;
se amarran mutuamente con piernas
de pampón y dedos agrietados por
recibos de mudanza.
Los jóvenes sudamericanos creen que harán
algo significativo por su país,
pero en este momento
solo existe el último sorbo
de sus cervezas y luego entrañarse
y cobrar los besos que no dieron
cuando todo era distancia.
Ahora todo es cordillera.

martes, 4 de agosto de 2009

Mujeres (casi) fatales


Ahora que el mundo discute si el trono de Angelina Jolie puede o no ser usurpado por la inquietante Megan Fox. Ahora que de Sharon Stone queda apenas el recuerdo de un cruce de piernas indecente y la memoria de Farraw Fawcett ha perdido todo intento de lujuria, es momento de echar un vistazo a aquellas mujeres que no llegaron a colocar sus piernas y bustos y labios imposibles en el parnaso de las femme fatales. Semi diosas que por una mala película, un mal escándalo (porque los buenos venden) o el simple designio de ese dios tirano y prepotente que somos los espectadores alrededor del mundo, no lograron convertirse en detonante masivo de perversiones secretas y comentarios indecentes en mitad de la noche. Mujeres que calentaron el banco de suplentes en vez de calentar las salas de cine, las pantallas de tv y el historial secreto de navegación de muchas computadoras hogareñas.
Lo que un día fue ya no será.

Elisabeth Shue.- Ya mostraba algo de sexualidad a pesar del tono adolescente de Karate Kid en donde interpretó a la chica imposible de Daniel San. Despues, ya crecidita, hizo el papel de su vida en la excelente Leaving Las Vegas eclipsando a Nicolas Cage y su miembro alcoholizado en una historia de amor y perversión al borde de la navaja. En Palmetto demostró que tacones altos, un vestido ajustado y una ventana silenciosa bastan para seducir a cualquier hombre; sin duda, una de las escenas más excitantes de la historia del cine.
Pero a partir de entonces, los papeles fueron menos generosos con su figura voluptuosa, quizá porque Holywood ha ido adelgazando progresivamente su estándar de belleza además de solicitar un cierto aire de intoxicación a las nuevas aspirantes a musas sexuales.


Elizabeth Berkley.- Era acaso la menos provocatica en Saved by the bell. El genial director holandes Paul Verhoeven (responsable de la creación del mito de Sharon Stone en Basic Instinct) trató de fabricar una nueva femme fatale transformando a la dulce Elizabeth en una chica de campo dispuesta a todo -literalmente- con tal de lograr sus sueños citadinos en la infravalorada Showgirls. Pero ni el desnudo, ni los bailes, ni el sexo en la piscina alcanzaron para darle a la rubia una chance verdadera de convertirse en sex symbol de la década del grunge.
Poco a poco, Berkley se fue perdiendo en apariciones apáticas en series como CSI o Without a trace y en alguna que otra película para la televisión.


Alyssa Milano.- Prometía y mucho desde que era la virginal hija de Tony Danza. Con Embrace of a Vampire (escena medio lésbica incluida) parecía que llegaba su transición definitiva al reino de las diosas sexuales. ¿Qué pasó luego? Inexplicable, pero ni las películas que protagonizó, ni su extensa participación en la mediocre Charmed alcanzaron para convertirla en una Chica-poster (o en una chica-savescreen si se quiere ir acorde a los nuevos tiempos)



Olga Kurylenko.- La única en la lista con posibilidades de cambiar el casi por un ya y es que le sobran virtudes y algo de edad -el reloj en Hollywood corre a paso acelerado- para lograrlo. Su presencia fue lo único destacable en las desastrosas adaptaciones de videojuegos de culto (Max Payne y Hitman). Pero cuando todos esperábamos una consagración definitiva como sex symbol gracias a su rol de chica Bond en Quantum of Solace, lo que obtuvimos fue un papel anodino, sin esa sensualidad perturbadora que se supone es la marca registrada de las mujeres que entran a formar parte del inventario del 007. Aún así la rusa de mirada ambivalente y cuerpo perfecto tiene crédito en este mundo frívolo y voraz siempre en busca de una nueva víctima para sacrificar en el altar de nuestros más bajos deseos. A ver si con ella olvidamos a la exótica pero insportable Megan Fox.

lunes, 3 de agosto de 2009

Adaptación

Martín Romaña, ese entrañable alter ego de Bryce Echenique en dos de su mejores novelas, era un tipo destinado a sufrir por amor. Primero fue por su esposa Inés -del alma mía, luz de donde el sol la toma- una muchacha que bizqueaba al perder los estribos y que terminó dejándolo por los ideales efervescencentes de mayo del 68 y luego por un empresario brasilero.
Después vino Octavia de Cadiz, una bella aristócrata y siendo tan plebeyo él, aunque no en el Perú de Pinglo sino en la Francia post-revolución y post Inés y otra vez el pobre a terminar con el corazón roto y con todo su camino a verse solo.
Y es precisamente para olvidar a Octavia que el tierno desastre que es el profesor Romaña idea la Operación O-O ( es decir, Operación Olvidar-a-Octavia). Lo escribe en un papel y se dice a sí mismo que cuando confunda la vocal repetida con ceros habrá superado ese nuevo escollo sentimental.
Nunca lo consiguió.
Pero ¿de qué se trata exactamente olvidar a alguien?
¿Pasa por la eliminación progresiva y categórica de todos los datos existentes sobre una persona entrañable? O es más bien una nueva perspectiva a esos nombres y lugares y fechas que antes jodían y ahora son mera anécdota pueril que se cuenta como quien cuenta una historia graciosa.
¿Cómo se quita uno de encima esa sensación de constante reminiscencia?
¿cuál es la mejor forma de pasar del todo tiempo pasado fue mejor a un rotundo ya lo pasado, pasado y es que no me interesa?
¿emborrachándose? ¿un clavo saca a otro clavo?¿Confundiendo la o con un cero?
A lo mejor se trata de esperar que el tiempo vuelva amable hasta lo más enmarañado. A lo mejor no se trata de olvido más que de adecuación y de cambiar la voluntad de no mirar hacia atrás por la simpleza de un saludo ocasional y cordial y trivial a lo que antes fue un abrazo y luego seguir al encuentro de una nueva bifurcación en el camino.
Y si no se puede, siempre queda hacerse el amnésico como José José.