viernes, 31 de julio de 2009

New kids on the rock


Algunas razones para escuchar a Red Light Company y hacerla, sin reparos, una de las bandas favoritas en tu corazón.

1.- Un gran portada para su álbum debut: Dos jóvenes descubriendo la efervescencia de sus cuerpos casi adolescentes, indiferentes al baño de luz que se cola por la ventana. La música también entra por los ojos.
2.- Porque sus canciones están llenas de los mejores elementos de las mejores bandas de la década que se nos va. Ahí están la combinación perfecta entre guitarras y teclados de The Killers, los medios tiempos holgazanes pero envolventes de The Strokes, un pizca del dramatismo de Interpol y algunos ecos a las apesadumbradas combinaciones vocales de Arcade Fire
3.- Porque a lo dicho líneas arriba se le suma un anticipo evidente de ese no sé qué que, con el tiempo y el segundo disco, le da a los buenos grupos un sonido propio.
3.- Porque la banda se formó al estilo de la vieja escuela: con un anuncio puesto en un diario por el vocalista Richard Frenneaux al que responden los músicos perfectos para ensamblar las canciones que tenía en mente.
4.- Por fabricar temas que llegan al glorioso punto intermedio entre un rock con actitud pero sin agresiones y un pop amable pero sin cursilerías. La melodía perfecta y la distorsión adecuada.

Candidatos al mejor disco del año y los teloneros perfectos pero improbables al concierto de The Killers en noviembre.



lunes, 27 de julio de 2009

Lisa de las canciones azules

Amo la palidez de tu belleza. Amo que tus sonrisas sean escasas en contrapunto a la eternidad de tu mirada perdida. Amo el lunar sobre tus labios y tus piernas delgadas y la imperfección de tus dientes y tu pelo a contraluz. Amo que no ganaras la versión australiana de American Idol y que en vez de convertirte en un plástico de voz pretenciosa y duetos insoportables te dedicaras a hacer canciones para las madrugadas de insomnio y para las caminatas de media tarde. Amo tu disco de melodías agridulces, leves percusiones electrónicas, pianos indecisos, una guitarra acústica que suena desde el fondo de un cuarto vacío y tu voz, por sobre todo tu voz que casi siempre es un susurro amable que pide permiso para no irse jamás.
Solo deseo encontrarte en una feria de libros viejos, ambos estaremos mirando la misma novela. Entonces me dirás que te llamas Lisa Mitchell y que escribes canciones desde los quince años.
El resto será un prolongado abril.




domingo, 26 de julio de 2009

Harry Potter: La oscura adolescencia

Nunca antes había hecho cola para ver una película en Piura. Esa era la evidencia más simple y contundente de la fascinación global por Harry Potter. Lo mismo sucedió en otras salas alrededor del mundo: de Bogotá a Londres, de Shangai a Nueva York. Y es que habría que remontarse a La guerra de las Galaxias para encontrar una saga con un nivel parecido de popularidad (ni Piratas del Caribe ni El Señor de los Anillos -independiente de sus virtudes fílmicas- pueden equipararse al universo de Hogwarts en cuanto a su alcance en el imaginario colectivo mundial en los últimos diez años)
Precisamente, la primera impresión que deja este film es que, como blockbuster, no decepciona: Ahí está la historia envolvente llena de buenos efectos especiales, los giros cómicos y los momentos de drama. Tres horas para no despegarse del asiento y sentir que valió la pena esperar tanto. En ese aspecto Harry Potter y el misterio del príncipe cumple a cabalidad. Pero, desde que en el 2001 se estrenase La piedra Filosofal, a las películas protagonizadas por Radcliffe y compañía se les demanda un poco más. No sólo basta el hechizo sino todo la magia que hay detrás de éste.
Para esta sexta entrega encontramos que Harry, Hermione y Ron sufren y gozan con los vericuetos de una adolescencia incandescente. Aunque algunos críticos afirmaron que con tanta historia de amor por entre los pasillos del colegio de magia la película caía en el mismo saco que otras teen-movies, lo cierto es que la dosis de besos, coqueteos y chocolates hechizados es suficiente para endulzar sin empalagar.
Por otro lado la trama principal sigue su camino hacia una oscuridad envolvente ya manifesta desde la tercera parte y que en El misterio del príncipe se acentúa con un magnífico trabajo en la fotografía (incluso en los extensos exteriores llenos de nieve, la sensación de peligro es latente) y la presencia de seres bizarros y amenazantes como el de Bellatrix y su risa tétrica, a cargo de una -vaya novedad- soberbia Helena Bonham Carter.
En general la película mantiene un buen ritmo de principio a fin. Pero ahí está también su principal defecto: la cinta no llega a levantar ni siquiera en los puntos en que la historia reclamaba un climax visual. Esta falta de punche en los momentos claves (ahí donde el director debiera mostrar talento para hacer que los actores trasmitan la intensidad que los hechos reclaman) sumado a una coda innecesaria -para mí, si terminaba con la muerte de Dumbledore se redondeaba la cinta- hacen que esta sexta película de la saga Potter -y segunda a cargo del director David Yates- no supere las cotas que alcanzó el mexicano Cuarón en El Prisionero de Azkaban.
De cualquier manera las ganas de ver el final de la historia del mago más famoso de todos los tiempos se mantiene y eso es un gran mérito en un mundo en el que las aficiones duran lo que una película promedio en cartelera.
Sólo una idea me queda rondando en la cabeza: ¿Y si le daban el final a Tim Burton?

miércoles, 22 de julio de 2009

Música de cortar y pegar

El mash up es una metáfora irónica para definir el arte en la década del fin del mundo: nada nuevo hay bajo el sol, todo se mezcla y es precisamente en esa alquimia sin derechos de autor donde radica la grandeza o miseria de un artista. Allá quienes se comen el eufemismo que encierran términos o frases como revival o la reinvención de. Hoy la originalidad pasa por quién copia y pega con más astucia.
El mash up más famoso probablemente sea el Grey Album (2004) de Danger Mouse (productor musical y mitad de Gnarls Barkley) que tuvo la genial desfachatez de mezclar un álbum de los Beatles con otro de Jay-Z (Blanco y Negro, respectivamente. De ahi el nombre, genio) Fue demandado por ambas partes. Pero su creación la descargaron millones de personas.
Desde hace un tiempo, Vh1 (lo único digno para quienes nos desencantamos con el MTV post Conexión) emite una serie de mash ups cuya autoría (ja! "autoria") descansa en el anonimato de un colectivo uruguayo.
Britney se apretuja a los Beastie Boys a ritmo de cumbia, mientras Cerati le hace el bajo (más bien el rasgueo) a un Don Omar intercalado.
Pero ¿de qué nos sorprendemos nosotros, hijos bastardos de la música que se baja en Ares cuando muchas veces nos importa un rábano si se trata de Radiohead o Coldplay (ay! yo sólo quería escuchar creep)? ¿Por qué lanzar el grito al cielo, nosotros que buscamos armar un playlist más que dedicarle tiempo a un álbum entero?
Mejor celebremos al ritmo de la impersonalidad y dejemos que la música siga su travesía en un viaje de eterno retorno.
La felicidad a un solo click. Ligue ya!



Sortilegios y verdades en una isla perdida


Tras poco menos de doce horas (interrumpidas tan solo por breves visitas a la cocina y al baño) terminé la quinta de temporada de Lost. Tal como había ocurrido con el final de las temporadas anteriores, mi cabeza sigue alucinada y con ganas de más. Como es usual también, muchas son las interrogantes que quedan por resolver. Aunque también hay un par de verdades. La primera: una maratón de tu serie favorita es uno de los placeres más ricos del mundo moderno. La segunda, a continuación:

Los creadores de Lost nos han tomado el pelo durante cinco temporadas. Primero nos hipnotizaron con el cuento de supervivencia de un grupo de seres humanos que, irónicamente, redescubrían su humanidad lejos de los edificios y en medio de una isla que tenía más misterios que frutas silvestres. Nos hicieron creer que la meta era el retorno a la civilización para mostrarnos luego que, quienes lo consiguieron, se toparon con un sitio mucho más enigmático y salvaje que la porción de tierra de la cual nunca debieron salir. Todo en medio de científicos locos, salvajes liderados por un hombre que nunca envejece, una secuencia de números impertinentes, humos asesinos y un constante salto entre el pasado y el futuro.
Con tantas historias, teorías y elementos relacionados entre sí, Lost disfraza con maestría su esencia verdadera y la razón principal para ser -sino la mejor- una de las mejores series de todos los tiempos.
Y es que las grandes ficciones -en el cine, en los libros, en la televisión- tienen el común denominador de darle un tratamiento innovador a temas tan universales como cotidianos. En el caso de la serie creada, entre otros, por el siempre inquietante J.J. Abrams, nos encontramos que, tras el enmarañado de historias, Lost aborda la eterna interrogante del destino versus la casualidad ¿Todo está escrito en la vida de cada individuo o se trata de un desorden cósmico que nos hace chocar, regresar y avanzar en múltiples direcciones?
Esta interrogante -que todos nos hemos planteado alguna vez- es la piedra filosofal sobre la cual giran los personajes y sus destinos (o casualidades) todo envuelto en una amalgama de géneros que van desde la ciencia ficción -demostrando que ésta no solo tiene que ver con extraterrestres y pistolitas cojudas- pasando por la comedia, la acción y el romance.
Por suerte, quienes acertaron al crear una serie que ya es indudable referente cultural de los últimos años, lo han hecho también al darle un tiempo de vida justo para no volverse una broma de sí misma. Es así que, a comienzos del 2010, se emitirá -al parecer en forma simultánea- la sexta y última temporada de Lost.
El destino llamará entonces a una nueva maratón.

martes, 14 de julio de 2009

La mejor canción del mundo (al menos por hoy)

Bob Dylan escapa de la presión de ser una leyenda prematura con un viaje de incógnito a Irlanda. En una taberna donde el tiempo se ha estancado se encuentra con Johnny Ramone y Joe Strummer que discuten sobre si realmente una canción puede cambiar el mundo a la vez que rasguean acordes básicos en una vieja guitarra de madera. Dylan se sienta junto a ellos y empieza a garabatear palabras sobre una servilleta.
Antes del amanecer los tres deciden visitar a Ringo -que por esas épocas descansaba del ego inmenso de los otros Beatles- el baterista tiene un estudio casero y propone grabar algo. La canción salió al primer intento.

Eso o una banda punk gringa con ascendencia irlandesa y una canción de poesía simple para brindar con los amigos. Porque..

si alguna vez dejo con vida este mundo
te agradeceré por todas las cosas que hiciste en mi vida
si alguna vez dejo con vida este mundo
bajaré y me sentaré a tus pies esta noche
donde quiera que esté
tú siempre serás más que un recuerdo
si es que alguna vez dejo este mundo

si alguna vez dejo este mundo con vida
me enfrentaré a toda la tristeza
que dejé atrás
si alguna vez dejo este mundo con vida
la locura que sientes se rendirá pronto
así que, en una palabra, no llores
estaré aquí cuando todo se vuelva extraño
si es que alguna vez dejo este mundo con vida

domingo, 12 de julio de 2009

La solemnnidad innecesaria que el caso no amerita


Pensaba escribir un post macanudo como auto-celebración por mis bodas de plata con el mundo. Después me pareció un acto innecesariamente solemne (¿tú a quién le has ganado, Iván?) Después me volví a animar.
Y me dio flojera.
Y me animé otra vez.
Todo acorde con mi personalidad oscilante que, según parece, no llegará a la celebración con el nivel de madurez apropiado. Llegará con terno... pero también con zapatillas.
Y bueno, supongo que a estas alturas lo único que puedo hacer es un par de apuntes sobre las cosas aprendidas en estos veinticinco años. Redoble de tambor:
Una familia como roble y un par de amigos como escudo y lanza son lo único realmente imprescindible para animarse a salir de la cama a diario.
Las relaciones sentimentales duelen menos con estrategia, pero se disfrutan más yendo a la deriva.
Existe el puto karma. No existen las coincidencias. (¿o era al revez?)
Siempre se puede estar un poquito más jodido por lo que a veces es mejor quedarse quietecito y no protestar.
La mejor forma de religión es agradecer de cuando en vez por el hecho de estar vivos.
Dos personas buenas también pueden herirse mutuamente.
Todos los días hay alguien y algo nuevo. Pero los clásicos del rock no deben cambiarse jamás.
Y quedan muchos pendientes... supongo que los iré resolviendo en los próximos veinticinco julios.
¿y si antes llega el fin del mundo?
Que me coga con un ron en la mano.
Ahora a cantar

viernes, 10 de julio de 2009

Ups she dit it again


Tercera vez que me hace la misma jugada. Tercera vez que caigo como un imbécil. No sé ustedes pero Paulina Rubio tiene una habilidad que roza la nigromancia para conquistarme con un primer single atractivo...
y decepcionarme luego con el álbum completo.
El círculo vicioso empezó con Paulina (1999) y su sencillo promocional: Y yo sigo aqui. (mi cabeza acaba de completar el coro) y es que el tema era exhuberante, sexy y artificial; un par de senos con silicona pero de dimensiones perfectas, tal y como mandan los cánones del pop comercial que también es arte aunque suene poco intelectual. De cualquier forma el disco en su totalidad no cuajaba, sobre todo por aquellos tracks en los que Paulina intentaba ponerse seria. Primera caída.

Tras realizar el odioso crossover con un disco en inglés, la chica dorada regresó en el 2004 con Pau-Latina. Y, como dice Julio Iglesias (otro artificial), tropecé de nuevo con la misma piedra: Te quise tanto era divertida, con la virtud usualmente subestimada de enganchar con un coro que se quedaba sonando en tu cabeza por un rato prolongado: la efímera eficacia del arte pop. Warhol, sacúdete en tu cripta.
Y este pobre y reincidente idiota que cree que el disco entero será igual o casi tan divertido como el single. segunda caída y esta vez desde más alto: en pocas palabras Pau-Latina -exceptuando la canción triquiñuela- era una mierda.
Bueno, al menos ya estoy curado, pensé.

Pero no. Tenía que volver a pasar. Y es que hay errores en la vida tan recurrentes yo lo sé. Gran City Pop es el nuevo álbum de esta maravilla mexicana de la plasticidad.
¡Y esta vez no me va a interesar!
¡He dicho que no!
¡no!
...
Entonces el pianito juguetón y quieres gobernar mi corazón, mi silencio y mi respiración
Citando a Felipito el de Mafalda: Hasta mis debilidades son más fuertes que yo.
Causa y efecto se llama la debilidad de turno. Una canción que, si fuese tocada por una banda medio indie y medio desconocida (porque mientras menos se conozca algo es más interesante ¿no?) sería catalogada como una pequeña joyita del pop. No contigo, Paulina.
Supongo que no va a pasar mucho tiempo antes que me baje el disco entero. Aunque esta vez ya no esperaré nada que no sea otra nueva justificación a eso de que contigo, rubia Rubio, solo vale lo que hay a primera vista. Lo evidente. Lo brillante y pasajero.
Como si te importara. Bitch.

jueves, 9 de julio de 2009

These are crazy days but they make me shine

"Se feliz, no te dejes jalar por la melancolía, quiere con pasión pero con más frescura"

Hijoemadre. Hacía tiempo que no me daban un consejo en palabras tan exactas.
Irónicamente viene de una ex.
De cualquier manera va a ser difícil que lo siga al pie de la letra. Y es que cada quien se maneja de acuerdo a su propio ritmo incluso cuando todos los carteles al lado de la carretera te dicen tranquilo, bobby, tranquilo. El mío es inconstante aunque no dubitativo ¿o era al revéz?
En todo caso hago uso de mi legítimo derecho a ser contradictorio... en ciertas cosas.
Por ahora me mantengo fiel a la idea de hacer lo que me gusta y sanseacabó. Así el pago demore y sea con cupones para un almuerzo o moneditas desgastadas para ir al cine.

(estoy desempleado)

Quizá lo más sensato es ir por el camino del pasito a paso:
Visitar a un doctor para quitarme el constante dolor de cabeza.
Bajarle a las seis tazas de café diario para quitarme el insomnio.
Y quitarme de a poquitos esa costumbre de buscar actos heróicos donde sólo hay un buen rato.

A lo mejor es tiempo de, como dice la Paz, vivir con un poco más de frescura.
De callarse ciertas cosas porque, a fin de cuentas, la honestidad no siempre es una virtud y en otras optar por un escueto "no sé, chochera."

O volarme la cabeza como se la voló nirvana (calle 13)
naaa... soy demasiado hermoso para eso.

Y a ti cómo te explico que SÍ (las mayúsculas no son gratuitas) me interesas pero que, por una vez en la vida, prefiero estar bien segurito antes de cualquier movimiento estratégico disfrazado de casualidad. ¿o de verdad prefieres que me haga el tonto?

En unos cuantos días cumplo 25 años. Demasiados y muy pocos. A diferencia de todos los 13 de julio que le han precedido, esta vez siento que es especial. Para bien o para mal, demasiados o muy pocos.

Ahí está: haciendo drama otra vez!
Supongo que la gente nunca cambia.
Aunque puede adecuarse a las circunstancias.
¿o eso también era al revéz?
Antes muerto que perder la vida dijo El Chavo. Por ahora me suscribo a eso.
Otro día le seguimos con la catarsis.


domingo, 5 de julio de 2009

La inconstancia del señor Burstein


Nada más detestable que la patería disfrazada de comentario objetivo. Por lo tanto seré claro desde el comienzo: Cae Burstein es poco menos que mi hermano. Ahora bien, no se confunda esta falta de imparcialidad con falta de criterio: El muchacho es un muy buen diseñador gráfico. El calificativo pasa más por la creatividad que por el proceso. Es decir, maneja los programas pero además tiene buenas ideas.
Para dar evidencia de ello ha creado un blog.

http://caeburstein.blogspot.com/

Retro, iconoclasta, vintage (sigo sin saber muy bien qué significa) juzguen ustedes por cuenta propia. Si lo necesitan, el también inconstante señor Burstein estará dispuesto a realizar cualquier trabajo relacionado al diseño por un precio módico e incluso en cómodas cuotas si se negocia bien.
También hacemos parrilladas.

Pistolas

Entonces volvió a pasar. Ella llegó con la prisa de una tarde, ausente de todo; los ojos apenas visibles tras un flequillo con forma de ciudad. Se bajó los pantalones y me hizo el amor. Digo me hizo, porque entre el ver difuminadas sus blancas piernas desnudas y sentir que un breve temblor espasmeaba mi cuerpo apenas pasaron dos minutos. Ella vino, me hizo el amor y no pude entender nada. Nunca entendía nada, la verdad. Ni ella se molestaba en explicarme. Y no debo mortificar mi cabeza con ello ya que, salvo el mantener su flequillo tapándole perfecto los ojos, nada parecía llamar seriamente su atención. Supongo que la vida se le antojaba como un cerillo inerme, encendido entre los dedos: sabía que podía apagarse o quemarle la piel pero lo dejaba consumir con una parca ausencia en la mirada. Nada más opuesto a mi hipocondríaca visión del mundo. Quizá por eso se fijó en mí, por la cuestión aquella de los polos opuestos, aunque lo más probable es que solo decidió echarse un polvo y luego otro y luego siete y seis y nueve. Todos igualitos, además. Todos sin mí.

Parada en la ventana me hizo recordar una canción. Silbé mentalmente. Qué rica eres debí decirle pero en cambio silencio, malditas sean las noches desveladas con una lucecita roja como un parque entero, caminar a solas entre discos de vinilo es privilegio de pocos, menos yo. Todo eso debí decirle o al menos qué rica eres. Callé una, dos, siete, seis y nueve veces. Parada sobre la ventana dejaba que el fósforo se siguiera consumiendo. Me ardían los labios de no decir nada.

Cuando llegó la policía apenas pude recordar que la conocí en el Yacana, bailando Soda Stereo. Recordé también que nunca había visto a mi abuelo y tuve una erección al bajar corriendo las escaleras mientras ella gritaba “más rápido que nos alcanzan”. No tuve tiempo de rescatar el cheque al portador de mi último trabajo ni el saxofón que siempre quise tener. Sí en cambio muchas pastillas azules que son las mejores cuando huyes de la policía. Eso dicen las instrucciones.

Faltaba un piso para llegar al infierno cuando el súbito deseo de ser un hombre bueno se inyectó en mi columna vertebral. La empujé con fuerza contra la pared y le dije esta vez será a mi modo. La sorpresa en sus ojos brilló a través del flequillo, quiso oponerse y un hombre bueno le golpeó la frente con un puño seco y resucitado. No volvió a mirarme, en cambio se bajó los pantalones –esta vez con nitidez- y me apretó entre sus piernas como quien mata un grillo a media noche. Al terminar, sabía que sería mi mujer para siempre y que, tras matar algunos policías, saldríamos adelante hacía un futuro lleno de luces y esperanza.

¡Bang Bang! Dice el arma y todo se hace claro. ¡Bang Bang! Y su flequillo se ve hermoso entre los óleos de tanta sangre.

Tres cortas y punzocortantes

1.- La casi excarcelación del ex ministro aprista, Rómulo León generó tal rechazo en la prensa y la opinión pública que, caballero nomás, hubo que frenar su paso al arresto domiciliario. Y aunque los dardos apuntaron a una posible ingerencia del Ejecutivo, lo cierto es que el tema tiene un ángulo ignorado pero igual de lamentable: la inoperancia del poder judicial para resolver los casos sino con celeridad al menos a un ritmo constante. En el país el número de presos que aún esperan sentencia (por meses, por años) es incierto pero se calcula una cifra de, cuando menos, cuatro dígitos. En mayo del presente año se anunció un eventual censo para intentar resolver el problema. Hasta ahora, nada. Mientras tanto el papá de la bellísima Luciana (lo siento, tenía que decirlo) se ha declarado en huelga de hambre por tanto jugueteo con su destino. Pobre.

2.- Ahora resulta que los dirigentes que negociaron con el Gobierno una posible molificación al nuevo Código de Tránsito eran poco menos que de balde. Es por ello que se ha convocado a un nuevo paro de transportistas que promete durar más que un viaje en la línea 73. La petición es la misma: bájame el castigo, hermanito. Lo dicho en un post anterior sobre el tema también se mantiene: con multas exorbitantes o no, a nadie se le sanciona por manejar bien.


3.- El asesinato de la cantante Alicia Delgado y su masiva cobertura en los medios pone en evidencia algunas cosas:
Celos, muerte y celebridades siguen formando un cocktail infalible para despertar nuestro -morboso- interés.
El rótulo de celebridad no es gratuito. Miles de admiradores despidieron a Delgado en su funeral. La asistencia promedio a un concierto de artistas folclóricos similares a ella es de cincuenta mil personas, casi todos inmigrantes provincianos y gente de escasos recursos.
Si son tantos ¿Por qué entonces siguen siendo tan ignorados económica y socialmente? Pareciera que en el Perú solo se les presta atención cuando hay muertos de por medio.
Fácil mi razonamiento no pasa una clase de lógica en academia pre-universitaria. Pero no deja de ser cierto.

sábado, 4 de julio de 2009

Es un frío y roto Aleluya

Versionar una canción bien puede ser un homenaje sincero o un último recurso ante la falta de ideas. O las dos cosas a la vez.
Versionar una canción puede ir por el camino del sumo respeto y volverse un calco de la original o apostar por la irreverencia y mutar el tema hasta hacerlo casi irreconocible.
Versionar una canción puede desempolvar una obra apolillada y presentarla a nuevas generaciones o destruir la belleza de un instante que nunca debió alterarse.
Versionar una canción puede ser un mero ejercicio sin trascendencia o trascender al punto de hacer que el artista original pase al olvido... como con Twist and shout. Para el mundo, ese tema lo inventaron los Beatles.
Es justamente una canción de los fab four la que ostenta el record de tener más covers en la historia. Segun el libro Guinness Book Of Records, Yesterday tiene mas de 3 mil versiones entre las cuales figuran las de ilustres como Frank Sinatra, Ray Charles y -ejem- Boyz II Men.
Con razón Lennon odiaba la composición de McCartney.

Dice la leyenda que Hallelujah tuvo más de ochenta versos. Sin embargo su creador, el incomparable Leonard Cohen (escritor, cantante, poeta, genio) grabó una versión usando apenas cinco estrofas y un coro de lamento repitiéndose entre éstas. Suficiente para firmar un himno descorazonado de proporciones épicas, con referencias bíblicas y frases de verdad hiriente como

el amor no es una marcha de victoria
es un frío y es un roto aleluya.

A partir de su lanzamiento muchos han intentado capturar la magia: John Cale, tras oírla en un concierto de Cohen, fue el primero en intentarlo, el resultado fue solemne y sentido. Sheryl Crow le dio un cierto aire de música country. Bob Dylan llevó el tema a su territorio habitual: el de un gemido carrasposo en medio de una guitarra de blues y hasta el inefable Bon Jovi quiso ganar una tardía madurez con su propio cover.
Existen aproximadamente 200 versiones. Es difícil vencer la tentación de rozar la gloria por cuenta propia.
Igual de difícil es ponerle a alguna el peligroso calificativo de "definitiva"
Aún así, y puestos a elegir, me quedo con las interpretaciones deRufus Wainwright cuya voz nasal hace aún más portentoso el lamento que contiene la letra y Jeff Buckley quien apoya su canto en los arpegios desahuciados de una guitarra eléctrica.
Quizá haya un dios en lo alto
Pero todo lo que he aprendido sobre el amor
Es a disparar a alguien que te rompió el corazón
Y no es un llanto, lo que oyes de noche
No es alguien que ha visto la luz
Es un frío y roto Aleluya


jueves, 2 de julio de 2009

El camino del líder (y su pandilla)


Se dice que le apodaron El Jefe porque era quien se encargaba de pagarle a los integrantes de la banda al término de cada actuación. Desde el comienzo procuró nunca fallarles. Entonces decidieron confiar en él. La música vino por añadidura.
Y es que basta hacer una breve retrospectiva de los vídeos de Bruce Springsteen y la E Street Band para darse cuenta que lo suyo ha sido un largo viaje entre amigos. Las caras son las mismas y sobre ellas se han ido acumulando arrugas como testamento de más de treinta años en la carretera. De bares a estadios, desde un Born in the USA al resto del planeta. El jefe ha contado con la misma pandilla a lo largo de su carrera lo cual le ha dado, altibajos aparte, una cohesión que pocos artistas de largo aliento pueden sostener.

Las claves esenciales de su extensa discografía bien pueden resumirse en base al cuento adolescente de un sábado en la noche: La ansiedad previa a la salida y aún frente al espejo (Greetings from Asbury Park, 1973). Los momentos de franco hueveo y cerveza junto a los amigos (Born to run, 1975). La pérdida de toda vergüenza en un baile sin coreografía (Born in the USA, 1984) El recuerdo inalterable de un rostro de mujer (Tunnel of love, 1987). La reflexión embriagada pero lúcida en mitad de la madrugada (Nebraska, 1982), la repentina madurez de un pensamiento conciliador (The Rising, 2002) o la protesta contra el mundo en medio de un callejon vacío (Magic, 2007)

En base a ello, su último disco (Working on a dream, 2009) se puede definir como el regreso a casa con ecos de todo lo aprendido. Teniendo como puntos de partida la muerte de uno de los integrantes de la sempiterna cofradía (el tecladista Danny Federici) y el aire de renovación que significó la victoria de Obama en las recientes elecciones norteamericanas, Sprginsteen y la E Street Band entregan un puñado de canciones que van desde el rock de estadios (My lucky day) a la intimidad del folk (Tomorrow never knows). De los cuentos del viejo oeste (Outlaw Pete) a las breves historias de supermercado (Queen of the supermarket). En suma lo que mejor saben hacer: música sobre la cotidianidad del hombre promedio. Si la placa alcanza o no la grandeza de obras pasadas es secundario frente al hecho de contemplar a una banda de rock que sigue en la brecha iniciada en aquellos días en los que su líder -su amigo, su hermano- con la honestidad del pago justo al final de cada tocada, empezó a escribir una de las historias más importantes de la música contemporánea. Sin que tal trascendencia le quite sencillez y diversión al asunto.
A las pruebas me remito.

miércoles, 1 de julio de 2009

La tristeza partida en dos


Siempre me negué a escuchar The Smiths. Encontraba a Morrissey insoportablemente patético con sus gestos sufridos de dandy en decadencia, con su miserable elegancia. Hasta que una tarde, en casa del amigo que ya había tirado la toalla en cuanto a convencerme de darles una oportunidad, sonó de entre una lista aleatoria de canciones Heaven knows i'm miserable now. Así, de la nada.

- a ver, ponla otra vez

Supongo que The Smiths decidió darme una oportunidad a mí.
Con el tiempo supe que la banda de Morrissey y Marr (ese guitarrista capaz de tocar las cosas más complejas y hacer que parezcan simples tintineos sobre la cuna de un bebé) fue tan o más contestaria que cualquier combo punk. Críticas al gobierno, a la hipocrecía de una Gran Bretaña que se caía a pedazos, a la estupidez de la gente común, todo envuelto en una lírica que se debía más a la literatura que al pop. Más a Wilde que a Bowie. Más a Dylan Thomas que a Bob Dylan.
Pero a la vez que me adentraba en su vena política, más me gustaba la miserable elegancia de sus canciones tristes. Morrissey me sigue pareciendo un odioso hijo de puta. Pero también un genio.
En todo caso es el escritor de dos de las canciones más tristes de la historia. Al menos de mi historia. Dos canciones tan opuestas como hermanadas. Con caras distintas pero paridas por el mismo dolor.
Una es breve y sosegada. Hay en su melodía cansina algun recodo de esperanza a pesar de que

verán, la vida que he tenido
puede volver a un buen hombre malo
así que, por una vez en mi vida
déjenme conseguir lo que quiero
Dios sabe, sería la primera vez



La otra es el prolongado lamento de alguien que puede sentir la tierra cayendo sobre su cabeza. De alguien que sabe que

el amor es Natural y Real
pero no para ti, mi amor
no esta noche, mi amor
el amor es Natural y Real
pero no para gente como tú y yo, mi amor


Supongo que no hay mucho que agregar.