jueves, 2 de julio de 2009

El camino del líder (y su pandilla)


Se dice que le apodaron El Jefe porque era quien se encargaba de pagarle a los integrantes de la banda al término de cada actuación. Desde el comienzo procuró nunca fallarles. Entonces decidieron confiar en él. La música vino por añadidura.
Y es que basta hacer una breve retrospectiva de los vídeos de Bruce Springsteen y la E Street Band para darse cuenta que lo suyo ha sido un largo viaje entre amigos. Las caras son las mismas y sobre ellas se han ido acumulando arrugas como testamento de más de treinta años en la carretera. De bares a estadios, desde un Born in the USA al resto del planeta. El jefe ha contado con la misma pandilla a lo largo de su carrera lo cual le ha dado, altibajos aparte, una cohesión que pocos artistas de largo aliento pueden sostener.

Las claves esenciales de su extensa discografía bien pueden resumirse en base al cuento adolescente de un sábado en la noche: La ansiedad previa a la salida y aún frente al espejo (Greetings from Asbury Park, 1973). Los momentos de franco hueveo y cerveza junto a los amigos (Born to run, 1975). La pérdida de toda vergüenza en un baile sin coreografía (Born in the USA, 1984) El recuerdo inalterable de un rostro de mujer (Tunnel of love, 1987). La reflexión embriagada pero lúcida en mitad de la madrugada (Nebraska, 1982), la repentina madurez de un pensamiento conciliador (The Rising, 2002) o la protesta contra el mundo en medio de un callejon vacío (Magic, 2007)

En base a ello, su último disco (Working on a dream, 2009) se puede definir como el regreso a casa con ecos de todo lo aprendido. Teniendo como puntos de partida la muerte de uno de los integrantes de la sempiterna cofradía (el tecladista Danny Federici) y el aire de renovación que significó la victoria de Obama en las recientes elecciones norteamericanas, Sprginsteen y la E Street Band entregan un puñado de canciones que van desde el rock de estadios (My lucky day) a la intimidad del folk (Tomorrow never knows). De los cuentos del viejo oeste (Outlaw Pete) a las breves historias de supermercado (Queen of the supermarket). En suma lo que mejor saben hacer: música sobre la cotidianidad del hombre promedio. Si la placa alcanza o no la grandeza de obras pasadas es secundario frente al hecho de contemplar a una banda de rock que sigue en la brecha iniciada en aquellos días en los que su líder -su amigo, su hermano- con la honestidad del pago justo al final de cada tocada, empezó a escribir una de las historias más importantes de la música contemporánea. Sin que tal trascendencia le quite sencillez y diversión al asunto.
A las pruebas me remito.

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