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Amo la palidez de tu belleza. Amo que tus sonrisas sean escasas en contrapunto a la eternidad de tu mirada perdida. Amo el lunar sobre tus labios y tus piernas delgadas y la imperfección de tus dientes y tu pelo a contraluz. Amo que no ganaras la versión australiana de American Idol y que en vez de convertirte en un plástico de voz pretenciosa y duetos insoportables te dedicaras a hacer canciones para las madrugadas de insomnio y para las caminatas de media tarde. Amo tu
disco de melodías agridulces, leves percusiones electrónicas, pianos indecisos, una guitarra acústica que suena desde el fondo de un cuarto vacío y tu voz, por sobre todo tu voz que casi siempre es un susurro amable que pide permiso para no irse jamás.
Solo deseo encontrarte en una feria de libros viejos, ambos estaremos mirando la misma novela. Entonces me dirás que te llamas
Lisa Mitchell y que escribes canciones desde los quince años.
1 comentario:
Diablos... que bonito lo has pintado. Ahora será inevitable no escucharla, pues la has descrito tan impactante que mi curiosidad no soporta no conocerla.
Muy bueno
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