jueves, 17 de diciembre de 2009

La naranjilla mecánica, como si Kubrick viviera

Lo mejor de este lugar que uno no termina de enterarse de qué va. Supuestamente es una galería de arte con vocación de café. Pero también es un restaurante psicodélico y hasta una discoteca fulgurante. Ya de entrada uno descubre que la fachada -recatada como niña de escuela católica- es precisamente eso: pura fachada. Tras un breve pasadizo empiezan los cuartos infinitos cada uno más extraño y cómodo y deslumbrante y nuevamente extraño que el otro. Hay desde la sala de peluche, aniñada, con sus almohadones de zebra, hasta una zona que parece sacada de Mad Max, aquella película de ciencia ficción que lanzó a la fama a Mel Gibson. Tanto ambiente bizarro te provoca echar una canita al aire a la normalidad del día a día y descuida, los mozos lo saben de antemano por lo que junto a la carta te entregan un cuaderno donde, cual niño que descubre el poder del lápiz, puedes rayar a discreción sobre las hojas blancas mientras te preparan un cuba libre. Las exposiciones son siempre inquietantes y el decorado muda cual piel de serpiente. Como para sentir que no se entra más de dos veces al mismo sitio. Kubrick asentiría emocionado.

2 comentarios:

Susana dijo...

Buena descripción del lugar, no sabes de qué va. Ese lugar todavía se mantiene !

Gloria Lescano dijo...

"Ya de entrada uno descubre que la fachada -recatada como niña de escuela católica- es precisamente eso: pura fachada. "

jajajjajajajajajajaja

genial