miércoles, 18 de noviembre de 2009

Grimanesa post Mistura (o cuando "comida tradicional" es más que un antojo)

La esquina es su cómplice. Una esquina de Miraflores que resiste a formar parte del monstruo de cajas gigantes y apretujadas que sigue extendiéndose –para arriba y para los lados- del distrito. Una esquina de barrio, al lado de un colegio fiscal y frente a una bodega. Ahí sigue doña Grimanesa, diminuta y con anteojos, preparando anticuchos cuya mejor descripción será siempre un “venga y pruebe” antes que cualquier intento vano por distraer los sentidos de una experiencia inolvidable.
Han pasado ya tres años desde que Gastón Acurio la diera a conocer en su programa y unos meses desde que Mistura terminase de propagar la popularidad de su talento con la misma eficacia con la que el humo que desprende su parrilla inquieta la espera de sus comensales. Sin embargo, y contra todo pronóstico, Grimanesa Vargas no utilizó el trampolín mediático para montar un local con dudosa decoración, subir los precios, reducir las porciones o contratar siquiera a alguien que seque el cansancio de su frente mientras transforma -de lunes a sábado y de 7 a 11- trocitos de corazón en pura felicidad. Nada excepto un collage de fotos de Mistura impreso en mediana resolución junto a la parrilla evidencia la –justísima- reverencia que le han rendido a esta señora y su sazón. Ella agradeció tímida y siguió trabajando. El sabor es el mismo. El ambiente también.
Y no es dormirse en sus laureles (cuenta con página web y grupo en facebook) o falta de ambición (el sueño de exportar está latente) Lo de doña Grimanesa Vargas pasa por una convicción infranqueable de que lo bueno no debe cambiarse. De un respeto a la escencia que le permitió alimentar a sus hijos dándole un gusto a miles de limeños y de no dejar que las lucecitas breves de la fama la distraigan más de la cuenta. Toda una lección para miles de "emprendedores" que, con menos méritos y menos cobertura, confunden el progreso con dar la espalda a las raíces.
Una esquina de barrio. Hacer primero una fila y luego el pedido. Esperar. Comer. Ser feliz.
Por suerte en la esquina de doña Grimanesa, los anticuchos siguen siendo de corazón.

2 comentarios:

Renato dijo...

Sí pes, esa insistencia en la tradición es admirable en la tía Grimanesa. Pero fíjate tb que se trata de Enrique Palacios, uno de los últimos barrios de Miraflores, hoy dominado por edificios inmensos.
Según me cuenta la gente, ése y el óvalo Bolognesi son las últimas zonas donde se puede rastrear algo del viejo espíritu de barrio (acomodado, pero barrio al fin) de ese distrito, hoy tan contaminado, estresante y cosmopolita.

Pierina Papi dijo...

... contaminado, estresante y cosmopolita
y destruido. Un poco más y hay que tener una 4 x 4 para circular por tanta pista rota.