miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sounds like teen spirit

Un adolescente en su cuarto jugando a ser estrella en medio de posters y discos de sus ídolos; almohadas que se transforman en baterías y peines que se vuelven micrófonos. Mika regresa dos años después de Life in cartoon motion -su exitoso debut- con una producción que pretende capturar la incertidumbre esperanzada de sus años mozos en un puñado de canciones. La banda sonora de los primeros pasos hacia la dolorosa adultez: The Boy who knew too much. Y el disco suena y el muchachito empieza a bailar.
La placa sirve para sentar definitivamente el sonido Mika que no es otra cosa que un vestido moderno que brilla con lentejuelas del pasado: Queen, Elton John, los viejos musicales made in Hollywood y el electropop de comienzos de los ochenta. Las coordenadas son facilmente detectables, pero también lo es el talento del británico para confeccionar con ellas canciones que no suenan a copia. Canciones que divierten aunque a veces caen en excesos de producción y otras tantas se animan brevemente a explorar sonoridades más reposadas.
A fin de cuentas ¿Qué es la adolescencia sino la búsqueda -no exenta de metidas de pata- de un estilo propio a través del buceo en otros ya existentes?
Una pequeña gema pop sin destino de eternidad pero lo suficientemente durable como para grabarte un par de estribillos en la cabeza.
¿Algo más? Sí, lo mejor: We are golden! primer sencillo y primera canción del disco. Una oda moderna al anacrónico tema de la juventud como rebeldía, de la rebeldía como canción. De la canción como pretexto para sentirse rey (o reina) del planeta entero así sea durante tres minutos. Para escuchar una y otra vez. Y es que...
Who gives a damn about the family you come from?
No givin up when you’re young and you want some

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